Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
Apología de la violencia, la estrategia presidencial
Por JORGE OCTAVIO OCHOA. Seis periodistas asesinados en 40 días, en medio de una andanada brutal contra líderes de opinión desde Palacio Nacional, parecen haberse convertido en México un asunto “natural”.
Fue inaudito escuchar al presidente Andrés Manuel López Obrador, no sólo cuestionar a comentaristas políticos, sino anunciar el uso de su poder fiscal para investigar y perseguir a uno de ellos.
Esto, acompañado de otro anuncio inusitado: la creación de una empresa que será controlada por las Fuerzas Armadas, para llevar la administración del aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya, y sacar de ahí sus pensiones y sueldos.
Son las pinzas de algo que empieza a preconfigurarse como algo terrible para un país: la entrada en escena de un gobierno dictatorial, que usa a las instituciones como instrumento, y al Ejército como aliado.
La mañana del viernes 11 de febrero enmarcan el hito, que constituye algo más de una amenaza, porque se acompañan por la admonición: “Voy a pedirle al INAI, que soliciten al SAT, Hacienda, para que me certifiquen los datos”
Y así, el primer mandatario, se fue largo y tendido; divulgó datos personales, privados, de lo que gana un periodista en particular. Ya todo mundo sabe quién es. No vamos aquí a victimizar dos veces, como suele ocurrir en México.
El jefe del Ejecutivo de la nación no sólo incurrió en un delito grave, dada su alta investidura. Dejó expuesta la seguridad de un ciudadano y peor aún, antepuso la fuerza del Estado sobre cualquier discusión.
Pero, por la brutalidad de lo ocurrido, la tarde-noche de ese mismo 11 de febrero, se empezó a gestar en las redes sociales un movimiento inusitado, que congregó en un espacio virtual a mas de 64 mil personas de todas las clases sociales.
El fenómeno fue grabado y replicado, y hasta el momento son ya más de un millón de personas que se enteraron de este alud de protestas contra el mandatario, por el evidente abuso de poder.
DESTROZADO EL DISCURSO DE LA AUTORIDAD MORAL
La reacción del presidente ha sido desorbitada, demencial y tiene una explicación evidente: luego de tres semanas del mismo tema; el discurso de la AUTORIDAD MORAL, columna vertebral de López Obrador, está totalmente destrozado.
En caricaturas se resumen las expresiones: “Quiere educar a un pueblo en la austeridad y no puede educar ni a uno de sus hijos”. Pincelada de Kemchs, que pone en imágenes el tamaño del problema.
Y un colage de imágenes bajo la leyenda: “El que reservó los contratos del AIFA, Tren Maya, Dos Bocas, Vacunas, Medicinas y segundos pisos…Ahora le pide a un particular que haga públicos su salario”.
Más allá de la ilegalidad descomunal, la pregunta es: ¿Con qué autoridad moral, señor Presidente? Su familia no es ejemplo de nada. Sus insultos a las clases medias son simplemente FALACIA.
LA DIALÉCTICA PRESIDENCIAL
Pero lo más grave, y es lo que nos debe preocupar profundamente a los mexicanos, es la dialéctica presidencial y los engranajes que se están moviendo detrás de toda esta polarización.
El 2022 se ha convertido en el inicio de año más violento, no sólo para la prensa, sino para el país en general: Una ola de ejecuciones en Zacatecas, Guanajuato, Michoacán y Guerrero.
Resurgimiento de grupos sociales que lo mismo lanzan un enorme tractocamión contra la guardia nacional o bloquean vías férreas para desarticular el paso de mercancías al centro o al norte del país.
Grupos que presuntamente habían estado adormilados, como en la sombra, en espera de respuestas o de circunstancias específicas para descoyuntar el aparato institucional.
Michoacán y Guerrero han atestiguado ese regreso de normalistas rurales, del magisterio violento de la CNTE o SNTE, que amenazan al Estado mediante acciones de franca provocación.
Es algo más que una simple reacción violenta de grupos que se dicen dañados por el abandono y la demagogia de los gobiernos, de antes y de ahora, que piden respuestas inmediatas, en medio de La inmovilidad y silencio del gobierno federal.
NORMALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA Y EL ABUSO
Esta “normalización” de la violencia verbal de unos y física, de otros; el desalojo de comunidades enteras, el bloqueo de carreteras y ferrocarriles son parte de un escenario que parece no preocupar al presidente de la nación.
Pareciera que están perversamente calculados, para manejar los posibles escenarios de desestabilización y agitación social, justo en el momento en que se perfila el inicio de la contienda presidencial del 2024.
No es normal lo ocurrido hace unos días en la caseta de peaje en Chilpancingo. Son actos que sólo se ven en grupos subversivos o guerrilleros. Son actos que, de no sancionarse legalmente, puede desencadenar en un caos mayor.
Está visto que hay grupos que, al margen del crimen organizado o apoyado por éste, mantienen en jaque a las estructuras del poder “institucional”, desde hace más de 30 años.
Los manuales de guerrilla urbana y rural han salido nuevamente a la luz pública, a través del bloqueo de vías de comunicación, ferrocarriles, carreteras; con la reivindicación de aparentes causas “justas”.
Eso se vivió en Oaxaca, a través de la APPO, y había priistas que lo alimentaban. Es toda una estrategia para descoyuntar el cuerpo del ente formal que gobierna. El fin es debilitarlo y crear una nueva estructura paralela o sustituta.
Mucho se ha dicho del avance del crimen organizado y el narcotráfico en las estructuras del poder, pero poco se ha escrito sobre la penetración de grupos guerrilleros que también buscan canonjía por la vía armada.
Hemos leído, por ejemplo, que algunos politólogos o historiadores han hecho apología de los hechos que en el pasado cometieron células guerrilleras, como la Liga 23 de septiembre.
Incluso los han ensalzado como “valientes”, como si el secuestro y el asesinato fueran un galardón. Ese fue Pedro Salmerón, el remedo de embajador en Panamá que ahora será asesor del presidente de la República.
Igual tenemos a una alcaldesa, de Acapulco, de bajísimo nivel académico e intelectual, que justifica el uso criminal de un trailer, como catapulta contra la fuerza pública y que dice: “es que somos un pueblo guerrero”.
¿A QUIÉN BENEFICIA LA AGITACIÓN SOCIAL?
Esos son los márgenes en los que se mueve ahora la dialéctica presidencial: entre amagos a los medios de comunicación; a catedráticos e investigadores; e incluso a los creyentes de las diferentes iglesias, a los que él llama hipócritas o traidores.
Ayotzinapa conjuga, quizá como pocos casos, la mezcolanza que se ha gestado entre el México de la insurrección social, la marginación, la pobreza, las guerrillas, el tráfico de armas, el narcotráfico y el crimen organizado.
Se ha perdido la noción y la distancia entre lo que son demandas justas y lo que es la extorsión y el chantaje a través del cobro de derecho de piso y ahora el cobro de peaje en las casetas.
El magisterio siente que no debe ser evaluado, que merece heredar sus plazas a sus hijos; pero a los catedráticos, doctores, académicos, no se les permite “aspirar”, ni educarse en universidades fuera del país.
Se les condena a reducir su salario cuando se jubilen, sin poder pensar siquiera en esa posibilidad del “heredad”. Lo que para unos está bien, en otros es agravio. Vamos dando tumbos ideológicos.
COMPRAR A LAS FUERZAS ARMADAS
México se ha vuelto un país que no se decide a ser socialista, comunista, liberal, capitalista. Se cuestiona al crecimiento de la empresa privada, pero se construye un tren Maya que beneficiará a los que tengan recursos para viajar.
Un tren para “machuchones”, que puedan pagar los lujos que les esperan en los destinos de playa y turísticos al final de esas rutas, pero que será administrado por las Fuerzas Armadas, para obtener de ahí sus “gananciales”.
Pensiones, jubilaciones, préstamos; La jerarquía militar, siempre privilegiada, será más privilegiada todavía; sin lógica de crecimiento para esos proyectos, porque no se plantea levantar paralelamente, escuelas y universidades que lo apoyen.
No se busca crear ingenieros, arquitectos, biólogos, médicos, expertos en fauna y flora, agricultores, ecologistas, no. Junto al Tren Maya pareciera que solo va a quedar la destrucción.
Las 100 universidades que planteó el gobierno habrían quedado por esos caminos de desarrollo, pero hoy no sabemos a ciencia cierta dónde están, para qué sirven, cuántas hay, cuántos son los educandos y los educadores. No hay nada.
Ahora las normales rurales exigen respuestas, y también los espacios que se les quitó. Ese es un mal comienzo y un pésimo final para un gobierno que pretendió ser distinto, pero lo único que cambió fue el lenguaje, cada día más violento.
POR VIOLENCIA, MÁS DE 346 MIL DESPLAZADOS EN MÉXICO
La cifra de desplazados en México es vergonzante. En 2020 eran 346 mil personas las que abandonaron sus comunidades. La “noche de fuego” que platea Netflix, es sólo juego de niños frente a la realidad que vivimos ya.
Nos hemos quedado en el romanticismo del “pueblo bueno”, y del gobierno moralista que da consejitos para “amar al prójimo” y no ambicionar más de lo que se tiene.
Tenemos a la vista semilleros de células ideologizadas e incluso guerrilleras. Las escuelas rurales se radicalizan, y las Universidades Benito Juárez se convierten en laboratorio de nuevos conceptos de educación.
Vemos un intento suprimir palabras, exterminar conceptos y crear percepciones que satanizan todo lo que parezca neoliberal. Sin embargo, no vemos un planteamiento de fondo de lo que va a ser la educación rural del futuro.
El Tren Maya revela, por sí solo, esa contradicción y choque de conceptos ideológicos: ¿crecimiento depredador, destrucción de flora y fauna, para acrecentar los “gananciales”? ¿Las ganancias de quién?
¿Qué pasará con los nuevos sistemas de enseñanza que han surgido durante la pandemia? Ni la maestra Delfina, ni los ideólogos de la 4T, que impulsan esos cambios educativos, nos podrían explicar qué tipo de desarrollo busca el país.
¿Cómo enfrentarán la marginación, el rezago educativo que se ha profundizado? En los hechos, no hay un planteamiento específico de cómo sacarán a los pueblos del abandono ancestral
Pero de aplicación de la ley y vigencia del derecho mejor ni hablamos, porque las verdades se tuercen, se dicen a medias o se inventan. Se habla de “verdades históricas” y no sabemos qué pasó con 43 estudiantes desaparecidos.
¿Quiénes eran delincuentes y quienes no? ¿Por qué la masacre? ¿A dónde iban o a donde llevaban a esos jóvenes? ¿Por qué los que antes aparecían como ejecutores hoy son los ofendidos y agraviados?
Hay una distorsión descomunal de la realidad y, por ende, de la verdad. El régimen sigue jugando con fuego, al pretender convertirse en “papá gobierno”, que reparte abrazos, mientras los otros le responden con balazos, catapultas y bloqueos
El régimen de la 4T está en medio de una serpiente de tres cabezas y no sabe bien a bien con cuál de ellas va a negociar, a cuál va a decapitar y cuál lo va a morder. Las cosas van mal.
Y van mal porque nos encaminamos a enfrentar una farsa de consulta, apuntalada con el uso de 17 mil muertos para falsificar firmas o usar sus viejas credenciales de elector.
Insistimos: hay una mano perversa que mueve la cuna, sabedor de que, en medio de la agitación, el descontento y la violencia popular, los Mesías son Dios. Pero, aun así, le decimos: cuidado… puede salir crucificado.