Agustín, el experto reparador de figuras de Niño Dios
MORELIA, Mich., 24 de diciembre de 2021.- Inmerso en el vaivén del mercado del Pedregal, se encuentra un hombre que repara figuras de yeso, porcelana y pasta de caña. Ahí, sobre su mesa, yacen algunas figuras del Niño Dios mezcladas con otras de la Santa Muerte y alguna catrina. Todas esperan su turno para ser reparadas.
Es el señor Agustín Silva, quien señala que ya tiene trabajando esto por unos 30 años. Una vida con un oficio que le permite llevarse "unos centavos a la bolsa". En 30 años, la lógica es que mientras trabajas y trabajas, vas aprendiendo muchas cosas, expone el hombre sin dejar de trabajar.
"En realidad siempre lo he dicho, aunque me oigo mal; lo que les cobro es el puro material, porque mi trabajo no lo pagan", expresa mientras levanta la mirada, la sostiene y sigue hablando: "pero lo hago de corazón", asegura y le pide a su hija que ya comienza a trabajar con él que muestre la foto de una figura de un Niño Dios que llegó hecha añicos y ya repararon, solo le faltan algunos detalles y pintura.
Toma esa pieza medio reparada y va enseñando qué es lo que le ha trabajado. Dice que falta todavía definir los dedos, tallarlos, ponerle un relleno de periódico para poder cerrar un agujero que tiene en la parte de la cabeza; "hay que darle la vuelta por aquí para que nos quede así todo esto", expresa mientras va mostrando los detalles que aún le faltan por terminar.
"Esto es resina, es poliresina, es de lo más corriente que hay", suelta sin medirse. Explica que algunas cosas deben ir rellenas para no gastar tanto material, porque no se lo pagan, pero eso no significa que el trabajo vaya a quedar mal, deja en claro y continúa insistiéndole a su hija que muestre la foto.
"Es el amor sentimental que se les tiene a las cosas", explica para justificar que muchas personas llevan estas piezas, que ya están viejas y gastadas, a reparar. Sin embargo son parte de su familia, de su historia y merecen ser reparadas para seguir con la tradición.
Muchas personas intentan reparar estas piezas, y le ponen cemento amarillo y con ello arruinan la posibilidad de verdaderamente arreglar la imagen, refiere, porque debe de dejar las piezas listas para que se unan con la resina, y muchas veces no lo permite el cemento amarillo.
Le vuelve a insistir a su hija que busque la foto para que la muestre, y uno se dé cuenta del trabajo que implica reparar una pieza que ya en apariencia no tenía arreglo.
Cuenta que todo el año está trabajando esto, no solamente es de ocasión o de temporada, dice mostrando un par de figurillas de la Santa Muerte; "mucha gente se cuida al traer esto, yo veo la imagen como lo que es; le dicen Santa Muerte, lo cual quiere decir que es limpia también, no tuvo amoríos, así lo entiendo".
Lizeth Guadalupe, hija de Agustín cuenta que ya su papá le heredó el oficio. Dice que lo que más le gusta es armar las piezas de los niños Dios, porque así también aprende sobre la anatomía humana.
Finalmente encuentra la foto y la muestra; ahí está ese niño Dios roto en decenas de piezas. En efecto, parece un rompecabezas, muy diferente a la pieza ya reparada, y eso que le faltan detalles como la pintura, pero aún quedan días para entregarlo, por lo que respira profundamente y continúa trabajando.