Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
Camino a la vergüenza internacional
Además de la enorme deficiencia académica que el presidente López Obrador ha demostrado a lo largo de estos tres años como gobernante, ahora debemos añadir la gran confusión que el mandatario tiene respecto a lo ético, lo moral, la justicia y el derecho.
Así lo demuestran:
- El caso Lozoya
- Los denuestos contra la UNAM y universidades públicas.
- Su política Energética
- La crisis de migrantes
- Las demandas contra fabricantes de armas en Estados Unidos.
Todos estos casos, ponen en relieve esas insuficiencias intelectuales y profesionales de un hombre que, sí, es un líder social indiscutible, pero ni medianamente es el más preparado.
Su rezago y falta de comprensión de lo general y lo particular, lo demuestra el manejo discursivo que le da a estos temas, que lo empiezan a meter en un laberinto cada vez más intrincado.
Entonces, uno se pregunta: ¿en serio va a hablar sobre corrupción ante el Consejo de Seguridad de la ONU? ¿En serio se atreverá a llamarles CORRUPTOS a Estados Unidos, China y Rusia por el incremento del armamentismo?
Desde la óptica de López Obrador (jamás corregida por el canciller Marcelo Ebrard ni por ninguno de los miembros de su gabinete), Estados Unidos es corresponsable de la violencia y las muertes que ocurren en México, debido a la venta de armas.
¿A caso las políticas internas y de seguridad nacional se dictan a punta de metralletas? ¿Hasta dónde llega la propia responsabilidad del Estado mexicano por las masacres, ejecuciones, y desalojo de pueblos por el avance de cárteles del narcotráfico y crimen organizado?
La crisis migratoria refleja también esa bipolaridad: por un lado, demanda el levantamiento de un supuesto embargo económico a Cuba, reclama solidaridad con los pueblos pobres de Centroamérica y el Caribe, y por otro lado su gobierno reprime con brutalidad a migrantes haitianos e incluso cubanos.
GENERALIZAR, ES EQUIVOCARSE
Generalización es su divisa. Bajo la palabra CORRUPCIÓN, ha construido toda una dialéctica que ha sido la columna vertebral de su ideología, que le permite mantener vivo un movimiento aparentemente social.
Sin embargo, esa misma confusión conceptual le hace difícil armar un partido de convicciones claras, por que empieza a entrar en graves contradicciones y generalizaciones que no resistirían un análisis académico.
Pretender incluir en un discurso ideológico, conceptos de moral, ética, justicia y derecho, hace crisis en Morena, PT, Verde y demás aliados, porque es el ambiente donde, precisamente, falta todo eso. Simplemente no hay autoridad moral.
El caso Lozoya y la última revelación del senador Germán Martínez así lo demuestran. Están al descubierto “acuerdos” extralegales y poco éticos, a los que se atreven a llegar los poderosos cuando quieren conseguir sus fines.
Decir, por ejemplo, que “fue legal pero inmoral” que el ex director de Pemex se fuera a cenar a un lujoso restaurante, pese a estar bajo investigación por corrupción es, por decir lo menos: distorsionar la justicia y la aplicación de la ley.
TRÁFICO DE INFLUENCIAS
El presidente está confundido en conceptos básicos, pero también enojado por no poder dilucidar estas contradicciones, que lo dejan expuesto ante la sociedad y, peor aún, ante sus seguidores.
¿Cómo llamar “traficantes de influencias” a los hombres de negocios, a la luz de esos acuerdos secretos de la Presidencia de la República, con los abogados de un delincuente confeso, al que se le otorga un “criterio de oportunidad”?
En este caso: ¿Quién es más corrupto? Las preguntas del Grupo Plural del Senado son más que pertinentes: “¿Quién en la Presidencia de la República mantiene una sólida y permanente colaboración con Lozoya? ¿Quién, en Palacio Nacional, le ayudó o le ayuda?”
Lejos de poder aclarar estas preguntas, el presidente de México arremete contra “los hombres de negocios”, en general, como si se trataran de una especie apestada, viscosa o corrupta
Dijo que “no son más que traficantes de influencias”, que crecieron durante “el periodo neoliberal”, declara sin empacho. Pero, ante tamaña afirmación, entonces uno se pregunta:
¿Qué hacen entonces Ricardo Salinas Pliego y Carlos Slim Helú tan cerca de él, cuando para todo el país es obvio que ambos incrementaron sus negocios a la sombra del sexenio del ex presidente Carlos Salinas de Gortari?
Si no hay tráfico de influencias en su gobierno, ¿por qué Carso pagará con dinero lo que se debiera pagar con cárcel por las muertes de la Línea 12 del Metro? ¿Por qué Marcelo Ebrard es mencionado como presidenciable?
López Obrador desvía las críticas contra Gertz Manero, dicta sentencias sumarias, y crea una lista de culpables contra los que, casualmente, no tiene prueba alguna de enriquecimiento ilícito. O por lo menos no la ha dado a conocer.
El mandatario minimiza la exigencia para que el fiscal comparezca ante la Cámara de Senadores, y del peliagudo tema de impartición de justicia, da el brinco a la reforma eléctrica que, curiosamente, languidece cuando Biden le azota la mesa.
DE LA BRAVUCONERÍA, A LA DOCILIDAD
El tema de la reforma eléctrica refleja también la poca consistencia de López Obrador. De la abierta amenaza a los opositores, de los que dará nombres “por traidores”, de pronto mete freno de mano y pospone la discusión.
La sola visita del embajador estadounidense a Palacio Nacional fue suficiente para dejar abierta la posibilidad a una “negociación” más prolongada, hasta abril del año próximo, luego de la serie de epítetos agresivos lanzado contra varias empresas.
El mandatario justificó esta reforma, que busca dar preponderancia a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), luego de acusar a varias empresas de tener “un afán de lucro, que ya casi provoca la quiebra de la paraestatal”.
“Con sus decisiones, pensando de manera individualista, egoísta, sólo con el afán de lucro, estuvieron a punto de quebrar a la CFE y crear una crisis gravísima de incrementos de tarifas de luz, para la gente”.
Con ese discurso, altamente agresivo, el mandatario se fue contra la iniciativa privada, echando mano a mentiras: ¿Cuántos inspectores de Iberdrola ha visto usted por su casa revisando los medidores de luz para cobrarle el recibo?
Abiertamente, el mandatario distorsiona los hechos y la realidad: ¿Qué logotipo tiene el recibo de luz que le cobran a usted cada mes?
Lejos de apoyar la iniciativa de crear sistemas de producción a base de energías limpias, celdas solares, generadores eólicos que disminuyan el uso del carbón, López Obrador las sataniza.
BAJO NIVEL ACADÉMICO
Sin embargo, el bajísimo nivel intelectual y académico del mandatario empieza a hacer crisis, al ser revisado incluso por los que fueron miembros de su gabinete, como es el caso de Carlos Urzúa, su primer secretario de Hacienda.
Éste dijo la semana pasada, que de aprobarse la reforma eléctrica, “sería sumamente peligroso para la nación”. Esta reforma sería “el error más grande de todo el sexenio”, por los efectos a corto, mediano y largo plazo.
El gobierno está subestimando lo que puede pasar con el rechazo a las energías limpias, dijo el ex secretario. No sólo tendrá un fuerte impacto ambiental, sino que ocasionará un largo y costoso proceso legal por las indemnizaciones.
Urzúa también criticó los megaproyectos del presidente, en especial la refinería de Dos Bocas, la cual calificó como un riesgo para el país. Esto fue justamente el motivo de la renuncia de Víctor Toledo a la SEMARNAT.
Este último, criticó incluso no sólo los proyectos de infraestructura, sino la política ambiental del Ejecutivo Federal, que prácticamente es inexistente, según reconoció días antes de renunciar.
“Estamos haciendo un esfuerzo desde Semarnat, pero no estamos en un Gobierno totalmente del lado nuestro, adentro hay contradicciones muy fuertes y yo la verdad es que veo muy difícil, no debemos idealizar la 4T, es un Gobierno de contradicciones brutal”
Según Toledo, en la cabeza de López Obrador no existe la política ambiental, ni tampoco en las secretarías de Agricultura, Gobernación y Energía. No impulsan el desarrollo de una agricultura sostenible, no apoyan las energías renovables.
EL VERDADERO TRAIDOR
En suma, como dijera Sicilia, el verdadero traidor al país es López Obrador. Movilizó a un país para traicionarlo, para militarizarlo, para permitir que la violencia se extendiera. Por no entender la diferencia entre justicia, ética y moral.
Si se entendiera el sentido de la ética y la moralidad, no sería el PT precisamente el partido que en este momento solicite juicios políticos contra nadie, luego de que ellos se salvaron de la desaparición gracias a uno de esos acuerdos oscuros.
Hoy, el PT es el principal aliado de López Obrador. Se habla de autoridad moral, pero Morena mintió cínicamente en el 2017, cuando dijo que donaría la mitad de sus prerrogativas para los damnificados de los sismos. Nunca lo hizo.
Al ser exhibidos por el presidente del INE, Lorenzo Córdova, los legisladores trastocaron el ejercicio parlamentario para convertirlo en un vertedero de ofensas, insultos o como lo que se le quiera llamar.
Se llenaron la boca hablando de inmoralidades, cuando esa Cámara de Diputados ha tenido pasajes de su historia tan lamentables como la trata de blancas, o prostitución, y hasta la fuga de un narco diputado.
Le piden a Lorenzo Córdoba y demás consejeros del INE bajar sus salarios al nivel del presidente López Obrador, pero ellos no explican el porqué de sus dietas, de sus canonjías y recursos para informes de labores que nunca presentan.
La “H” ha sido muda en muchas ocasiones en dicha institución. La política se ha prostituido desde ahí con arreglos, componendas, pero hoy el Presidente de la República habla de “tráfico de influencias”, y su boca sangra.
En fin, en este país ya todo se está normalizando: la violencia, las masacres, la muerte, el cinismo y la estupidez.