Opinión/Óscar Sánchez Márquez
¿MEJORA LA SEGURIDAD CIUDADANA?
Por Óscar Sánchez Márquez
Rosa Isela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, ha apuntalado como objetivo central de su encomienda presidencial lograr la paz en México.
Toda estrategia, toda acción que implementa desde la secretaría a su cargo, pasa por el objetivo de lograr la pacificación del país. La paz, así, en abstracto, es arrasada, sin embargo, por la brutal realidad de la violencia en todo México.
Loable, sin duda alguna, la labor que encabeza la funcionaria, por el peso de la responsabilidad política y personal, pero sobre todo por el tamaño del monstruo social al que se tiene que enfrentar a diario en todo el país.
Lograr la paz, en efecto, es una cuestión estructural, es decir, atender de raíz el problema no puede ser soslayado más tiempo, pero lo que reclama hoy la mayoría de la sociedad, igualmente en todos los estados de la República, son resultados inmediatos, por la rapidez y la peligrosidad con que avanza la delincuencia y el crimen organizado.
Quizá por ello se genera a diario una gran polarización en todo el país, por la manera en que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador asume el grave problema de la inseguridad y el desbordamiento del crimen organizado, y por otro lado está la visión que del mismo problema tiene la gran mayoría de la población.
Rosa Isela Rodríguez habla de lograr la paz con una estrategia que atiende los problemas sociales que detonan violencia y crimen, como desempleo, marginación social, desigualdad social, mientras que en las calles, en sus domicilios, negocios, empresas, transporte e incluso ahora en sus operaciones digitales, la delincuencia y el crimen organizado sientan sus reales.
No se trata de descalificar una estrategia, la estrategia de la paz, y reivindicar otra opción, como el regreso a la guerra contra el crimen organizado porque ya sabemos cuáles son sus consecuencias.
Sin embargo, más allá del nombre que se le quiera dar o la táctica que se quiera adoptar, el ciudadano en general está hasta el cuello de violencia e inseguridad
Lo más grave aún es que delincuencia y crimen organizado, en todas sus modalidades, van en ascenso día a día, más allá de las cuentas alegres que le pidieron a la funcionaria mostrar en el Senado.
Coincidente o no, a la par del optimismo desbordado que muestra el gobierno de la 4T por la reducción de ciertos indicadores de incidencia delictiva tanto del fuero común, como del federal, en Guanajuato ocurrió un atentado con tintes terroristas, el ataque con explosivos a empresarios restauranteros.
En otros territorios en las carreteras han sido descubiertos caravanas de inmigrantes ilegales cooptados por tratantes de personas; sucesión de balaceras a plena luz del día, como en Metepec, Estado de México, el asesinato a mansalva de periodistas en varios estados, así como ajustes de cuentas en Zacatecas, Nuevo León, Chihuahua o Morelos.
Ya no es solo una cuestión de percepción, en la que el gobierno no logra comunicar eficazmente los supuestos resultados en materia de seguridad, que de por sí existe esa gran falla, sino que en realidad son dos rutas distintas, quizá con un mismo destino, pero que al ir de manera paralela, sin priorizar en la agenda pública la reducción de la delincuencia y el combate eficaz del crimen organizado, generan decepción, frustración, impotencia y desesperanza en los ciudadanos que observan, sin entender, esa ruta de pacificación.
“Venimos a ganar la paz, no a ganar una guerra”, dijo en su comparecencia en el Senado la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, por cierto haciendo gala de un gran manejo parlamentario, pero sin mayores armas para enfrentar el enojo, frustración y sentimiento de duelo de senadoras y senadores que canalizaron hacia la funcionaria todo el enojo que le tienen al presidente López Obrador.
Algo tendrá que hacer el gobierno de México porque más allá de los buenos oficios de la funcionaria federal, muy reconocida por la mayoría de los senadores, las dudas, la realidad de los fríos números y la sangrienta realidad que se vive en el país amerita demostrar y lograr que la sociedad crea que hay avances.
Pero, insisto, la realidad de los fríos números revela otra cosa, incluso los números que entregó la propia funcionaria al Senado con motivo de su comparecencia en el marco de la Glosa del III Informe de gobierno de México.
En materia de incidencia delictiva en el fueron común, es decir, en los delitos que son cometidos a particulares, en la seguridad y el patrimonio de la mayoría de los ciudadanos, que son los que más pesan en el ánimo de la población, los retrocesos son los siguientes.
En el periodo enero a agosto de este año, el robo a transeúntes aumentó 10.1 por ciento; la extorsión creció 8.8 por ciento; el robo a transporte individual tuvo un alza de 12.3 por ciento y el robo a transporte público individual creció 34.5 por ciento, en tanto que el delito de violación se disparó 30.8 por ciento y el feminicidio 8 por ciento.
Los datos reportados por Rosa Isela Rodríguez muestran que en 25 municipios del país se registró un aumento de 32 por ciento en la comisión de delitos del fuero común; además en el periodo enero-agosto de este año, 6 estados concentran el 50.4 por ciento de las víctimas de homicidio doloso.
En el mismo periodo los delitos cometidos por servidores públicos aumentaron 9.2 por ciento; los delitos electorales crecieron 245.1 por ciento, y el delito de tráfico de personas creció 227.7 por ciento.
Respecto a homicidio doloso del fuero común a nivel nacional se alardea una reducción de 3.9 por ciento, pero en el desglose de los datos nos damos cuenta de que ese logro es pírrico, porque el numero de asesinatos pasó de 3 mil 74 que es el nivel histórico en julio del año 2018 a 2 mil 820 casos en julio este año.
El proceso de paz del que habla la titular de la SSPC involucra el desempeño del Ejército Nacional, la Secretaría de Marina y la Guardia Nacional.
Suena bien, pero no lo es, porque frente a un fracaso de la estrategia, que nadie desea pero que no hay indicios de que cambien las cosas, el descrédito y el desprestigio también alcanzará a esas dependencias, lo cual será sumamente delicado para la seguridad nacional de México.