Indicador político/Carlos Ramírez
Acuerdo anticomunista del PAN con la ultraderecha española beneficia a AMLO
Carlos Ramírez
Aunque nació en 1939 desde sector conservador del callismo para combatir al radicalismo socialista utópico del presidente Cárdenas y el Partido de la Revolución Mexicana, el PAN ha sido siempre el refugio de la derecha anticomunista. De ahí que no debe sorprender el acuerdo político de senadores del PAN con la ultraderecha española heredera del franquismo, el partido Vox.
El PAN ganó posiciones de poder cuando se movió con habilidad en el espacio de un conservadurismo tradicional antipriísta; pero perdió apoyo electoral en las ocasiones en que se radicalizó a una derecha ideológica: en 1975 con José Angel Conchello, en 1984-1987 con la captura del partido por los empresarios de Luis H. Álvarez y sus bárbaros del norte que pactaron con Salinas de Gortari en 1988 y en 2003-2009 con la decisión de Vicente Fox y Felipe Calderón de incorporar al partido a la Democracia Cristiana Internacional.
Los senadores panistas que invitaron y se aliaron a un acuerdo anticomunista con el partido Vox de Santiago Abascal, localizado a la derecha del Partido Popular posfranquista, introdujeron un factor de polarización ideológica que nunca ha beneficiado al PAN. Inclusive, el PP en España ha mantenido una distancia crítica con Vox por sus argumentaciones ideológicas propias del franquismo. La autocolocación del PAN en la derecha anticomunista le cae como anillo al dedo del discurso nacionalista-popular del presidente López Obrador.
La circunstancia política mexicana para firmar la Carta de Madrid en Defensa de la Libertad y la Democracia es la Iberosfera presenta un escenario diferente a la polarización conservadurismo-comunismo. Sus cuatro principales objetivos se fijan en el escenario de una polarización comunismo-anticomunismo inexistente en México.
--Contra “el avance del comunismo” como “seria amenaza” para la prosperidad, el desarrollo, las libertades y los derechos.
--Por “el Estado de derecho, el imperio de la ley, la separación de poderes, la libertad de expresión y la propiedad privada”.
-Porque la “defensa de nuestras libertades (…) compete no solo al ámbito político, sino también a las instituciones, la sociedad civil, los medios de comunicación, la academia, etc.
--Y porque “el futuro de los países de la Iberosfera ha de estar basado en el respeto a la democracia, los derechos humanos, el pluralismo, la dignidad humana y la justicia”.
La Carta de Madrid a la que se adhirieron senadores panistas, encabezados por su líder de bancada, Julen Rementería, construye un nuevo fundamentalismo conservador que promueve la ultraderechista Vox a través de su Fundación Disenso: “una parte de la región está secuestrada por regímenes totalitarios de inspiración comunista, apoyados por el narcotráfico y terceros países. Todos ellos, bajo el paraguas del régimen cubano e iniciativas como el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, que se infiltran en los centros de poder para imponer su agenda ideológica”.
El llamado Grupo de Puebla es una organización nacida en 2019 que busca construirse como Internacional Populista y que agrupa a partidos de filiación popular no comunista, aunque sin participación de Morena de México ni de los chavistas de Maduro. Y a este grupo pertenece el partido Unidas Podemos de la alianza de izquierda de España, formado de manera importante por profesores de ciencia política disidentes con el bipartidismo español PSOE-PP.
La visita de Abascal a México fue avalada por la bancada senatorial del PAN, aunque provocó el distanciamiento inmediato de algunos militantes panistas. Al difundir su firma en la Carta de Madrid, el senador Rementería señaló con claridad: “vamos por la defensa de la democracia, la libertad y la propiedad privada”.
La alianza estratégica de una fracción del PAN con la ultraderecha española refiere al acuerdo político forjado por el embajador John Gavin en 1984 y 1985 para un bloque PAN-empresarios-obispos conservadores-EU que quiso desplazar al PRI del poder en las elecciones de 1985 y 1988.
Aunque senadores panistas firmaron en lo individual esa Carta apoyada por republicanos de Bush hijo y Trump, el PAN como partido esperará la votación de su nuevo presidente para decidir si participa o no como partido en la nueva cruzada anticomunista mundial.
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