Diálogos de vida/Santiago A. Heyser Beltrán
Gobernabilidad describe la capacidad de gobernar de un gobierno y sus instituciones, gobernanza habla del trabajo conjunto de un gobierno con sus ciudadanos.
México, Guanajuato y el mundo van por mal camino, la causa es común en aspectos de sanidad, todos estamos con una crisis derivada del Covid-19 que tiene repercusiones económicas y políticas derivadas de la inconformidad social y la incapacidad institucional de resolver todo, pero también tenemos como origen la toma de decisiones equivocadas; tenemos así en el ámbito internacional la salida mal planeada de los ejércitos de la OTAN en Afganistán, que crearon una crisis humanitaria de enormes proporciones que están costando vidas, o en México, la inmoral decisión de destruir instituciones y canales de proveeduría creando el desabasto de medicinas que lesiona a la población y quita credibilidad a las instituciones de salud que cobran por un servicio que no cumplen; lo que en buen cristiano es corrupción institucional que genera irritación social, descredito de los gobiernos y conflictos sociales; en pocas palabras, malas e inmorales decisiones a las que se responde, no con soluciones, sino con excusas vacuas, irreflexivas y mentirosas.
En este contexto: ¿qué hacer?… En mi opinión construir gobernanza, es decir, fincar la bases de credibilidad y confianza para que, tomados de la mano, ciudadanos y gobiernos caminemos juntos para enfrentar los problemas, encontrar las soluciones y así, construir un mejor futuro para nuestros hijos; todo ello inmersos en un proceso de mejora continua en la calidad de vida de la población que genere esperanza y motive a la colaboración… Lo que hoy no existe.
El ser humano es especial, de la misma manera que la desesperanza lo deprime y lo hace inoperante, la expectativa de mejora lo motiva y lo hace hacer milagros, enfrentar y resolver todo tipo de problemas y salir avante. La historia de la humanidad es esto, un continuo de avances y descalabros que han permitido mejorar la calidad de vida de las sociedades, unas más otras menos; hoy, aún con los problemas planteados, estamos mejor que cuando la Peste Negra diezmó a la humanidad y, aún con los focos de violencia, estamos mejor que cuando el común denominador eran las invasiones y la esclavitud como resultado de perder guerras.
¡No!, no creo que debamos estar satisfechos, la violencia existe, el abuso del hombre por el hombre existe, las guerras existen, la discriminación racial existe, el deterioro ambiental existe y aún la esclavitud existe, es verdad con matices en relación a la esclavitud del pasado, pero con formas de explotación mediante el trabajo subordinado que no permiten a millones de gentes el vivir de acuerdo con su dignidad de persona y las libertades plasmadas en leyes y constituciones… Afganistán es un ejemplo de esclavitud institucional, pero Cuba, Venezuela y Nicaragua no están lejos, las libertades del “hombre” y los derechos humanos obviamente no son plenos en esos países; tampoco en Haití y ni en México, en donde con más de veinte millones de compatriotas en pobreza alimentaria, no se puede llamar “hombre (o mujer) libre” a quien no tiene movilidad, no tiene techo o no tiene para comer. Hoy, en Brasil, millones de personas se suman a quienes, al no poder pagar una renta, tienen que vivir en la calle, bajo techos de cartón o plástico ¡Una vergüenza mundial!
En este entorno de inmoralidad e injusticia, el único camino que veo es cambiar, ¡por la fuerza de la ley! (de muto propio nadie va a renunciar a sus canonjías y ventajas) el modelo de explotación y acumulación de riqueza por el de colaboración y así, construir gobernanza; si no trabajamos unidos los mexicanos por objetivos compartidos bajo la certeza de gobiernos eficaces, nacionalistas y honestos, no hay solución; no puede haberla cuando consideramos a nuestros líderes mentirosos o rateros toda mejora se vuelve imposible… Corresponde entonces, en México, a los gobiernos y gobernantes de los tres niveles y a la clase política, sentar las bases de confianza y credibilidad para poder construir gobernanza y así, con la participación ciudadana, pueblo y gobierno, trabajar juntos con optimismo y esperanza, en la reconstrucción de nuestro maltrecho México; el problema es que con los que tenemos parece no haber posibilidad de cambio… Un paso inicial bien podría ser: entender que los gobiernos solos no pueden y los ciudadanos tampoco… y que solo unidos podremos solucionar nuestros problemas y tendremos la posibilidad de construir un mejor futuro y heredar un México funcional a nuestros hijos y nietos… ¡Así de sencillo!
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Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores