Trabajar cuidando enfermos de Covid, una carrera contra la muerte
MORELIA, Mich., 10 de agosto de 2021.- “Don Nico, vamos, es hora de comer”. El paciente mueve apenas la cabeza, en señal de rechazo. “Don Nico, es momento de que coma”. El paciente hace una leve mueca, estira sus miembros, inspira y queda inmóvil. Ha fallecido.
Trabajar al cuidado de enfermos de infección por coronavirus (Covid 19) internos en un nosocomio es una carrera contra la muerte, dice Alejandro, enfermero del sector Salud en la entidad. Es librar una batalla donde no hay un cuartel, no hay tregua y no hay un enemigo único, que pueda verse a la cara.
Semanas de laborar en el área Covid 19 le han mostrado que es “demasiado trabajo, no por la atención de los enfermos, que son fáciles de tratar, porque están asustados y siguen las indicaciones que se les dan, sino por tener que cuidar a los pacientes desde un traje que nos aísla, con todo lo que eso implica”.
Más aún, la incertidumbre en torno del destino de quienes ingresan, personas que parecen estar bien, “pero conforme pasa el día se deterioran y al final no lo logran”.
No ve muchos pacientes niños o adolescentes, pero eso no quiere decir que no los haya en otros hospitales.
“A veces la gente cree que por ser jóvenes la enfermedad no les afecta tanto. Antes, al inicio de la pandemia, los cuidaban más, enseñaron a toda una generación a ser más higiénicos, pero ahora muchos se confían y ya no los protegen tanto, veo en los supermercados mamás con varios niños, que tocan el carrito de la compra, los productos, que han estado en muchas manos, y luego agarrarse la cara o la boca, y ahora hay un aumento colosal de casos entre los niños, los adolescentes, los jóvenes y los adultos de 30 a 39 años, justo los que no quisieron vacunarse o no pudieron hacerlo por no haber vacunas suficientes, son los grupos etarios que más preocupan ahora al sector salud”, detalla Alejandro.
Y es que los grupos calificados como vulnerables, ya están vacunados, ya no se ve la misma cantidad de decesos, excepto entre quienes tienen otros factores de riesgo, como obesidad, hipertensión arterial, diabetes y otros padecimientos crónicos degenerativos.
“Una de las experiencias más conmovedoras que he tenido es cuando dimos a una pareja de alrededor de 50 años la noticia de su alta, habían estado internos juntos, en camas contiguas en el mismo pabellón, y cuando el señor recibió el alta se puso contento, pero la señora agradeció al personal de salud y a Dios”, señala.
“Lo mas triste que he visto hasta ahora fue un pequeño paciente, con síndrome de Down, estaba asustado, solo, y tenía miedo por los procedimientos para tratarlo, es triste ver a un adulto morir, pero mucho más cuando se trata de un niño de no más de 10 años, no pide contener las lágrimas, pasa todos los días que debemos informar a los familiares la muerte de pacientes adultos, pero es jodidamente difícil cuando es un niño”.
La vacuna no hace a quienes la reciben inmunes al Covid 19, pero sí disminuye en gran medida los riesgos de contagio, enfermedad grave y muerte, y es parte fundamental de la estrategia para contener la pandemia, pero también es un acto de solidaridad y de empatía, “porque nos vacunamos por los que soñaron con esa oportunidad y no están para tenerla, colegas, familiares, vecinos, amigos, muchas personas a nuestro alrededor”.
“Muchos están acostumbrados a tapar el pozo cuando ya se ahogó el niño, ya enfermos piden que se les vacune, dicen ‘por favor, ponme la vacuna, hay vacunas’, pero el biológico, contra cualquier virus, sólo protege si se aplica antes de la infección, la historia nos ha mostrado que con medidas de higiene y la vacuna se pueden abatir las pandemias”, refiere.
Cuál es el principal problema con la enfermedad, que a meses de su presencia aún se propaga por la falta de medidas de prevención, y el profesional de la salud responde que es egoísmo.
“No son personas flojas, no son ignorantes, son egoístas, se enojan porque los bares cierran temprano, porque no hay donde comprar alcohol en la noche, porque no tienen la normalidad a la que estaban acostumbrados, ‘a ti que’, pero entonces, de qué sirve el cansancio, el pelear esta lucha sin cuartel, el perder a familiares y amigos, de nada”, lamenta.
“A veces me rindo, mi sueño era trabajar como enfermero, pero de qué sirve si estoy perdiendo a los míos por el egoísmo de algunos”.