Santiago y El Rufo/Santiago Heyser Beltrán
Santiago y El Rufo
“Reflexionar, ¿en qué?”
Cuando pienso que los secuestros, asesinatos, fraudes, violaciones, robos y demás eventos que nos tienen amedrentados, los efectúan ciudadanos de un pueblo mayoritariamente católico, empiezo a dudar de la religión.
R- Guarraguauuu, mi Santias, traes a mi memoria recuerdos de un pasado que ya se fue; cuando era cachorrito, a la Semana Santa se le llamaba: “días de guardar” y la idea era de que nos alejáramos de las motivaciones sensoriales, para meditar espiritualmente sobre nuestras vidas y también, ¡sin duda!, sobre nuestras faltas y pecados; con la intención de componer el camino de vida y ser mejores personas, para, al final, al morir, en el juicio ante Dios, pues pasar aunque sea con seis.
S- Es verdad, mi Rufo, en los “días de guardar”, pues se guardaba uno, no salía a fiestas, y recuerdo que el jueves y viernes Santo no se prendía ni el radio, la gente estaba en sus casas y solo salía para cosas indispensables y para visitar el Templo, en donde las figuras estaban cubiertas de morado en señal de luto y en donde se celebraban rituales que invitaban a la oración y a la reflexión…
R- Grrr, pues como dice la canción: de aquel chorro de voz ya no queda ni un chisguete, y de todo aquel ritual y ceremonial que invitaba a la oración y a sincerarnos con el Creador, acompañados de sentimientos de contrición y arrepentimiento para revisar el rumbo de nuestras vidas, nada queda; hoy, la Semana Santa es vacación, y no solo para descansar, sino para divertirse y echar relajo, emborracharse, bailar y,… eventualmente pecar como en cualquier día del año.
S- Así lo veo, mi Rufo y creo que mucho tiene que ver con la educación familiar, que era en donde básicamente se enseñaban cuestiones morales y religiosas. Hoy, con la vida moderna, los roles de “mamá hogar” y “papá proveedor” se acabaron; al incorporar a la mujer a la fuerza de trabajo, se perdió la integración familiar que existía en las familias en el pasado; hoy los hijos regresan de la escuela y están solos, muchas veces todo el día, hasta que mamá y papá regresan de trabajar, cansados, sin ganas de platicar o de saber nada sobre sus hijos.
R- Grrr, añádele la pérdida de tiempo y convivencia familiar que representa la televisión y entenderás por qué los jóvenes de hoy no creen en nada…
S- Y si le sumas la influencia que tienen el Internet, las redes sociales y tanta porquería que nutre de información vana y muchas veces lesiva a nuestros hijos, como la pornografía, el crimen o el chisme; entonces es sencillo entender el deterioro social y moral.
R- Grrr, y si todo ello lo aderezas con la falta de ejemplo y dedicación de los padres, maestros y adultos, salvo honrosas excepciones, pues el resultado es una pérdida de conciencia y el deterioro de valores cívicos, morales, éticos y familiares que eran característicos de las familias mexicanas y de la sociedad en general.
S- Bien que tocas el punto, mi Rufo; traes a mi memoria dos temas: 1.- El horario de clases; cuando era pequeño, primaria y secundaria tenían horario de todo el día; entrabamos a las 8 de la mañana, salíamos a comer y regresábamos a la escuela en las tardes; esto daba tiempo para actividades deportivas y artísticas, así como para lecciones de civismo y moral que formaban a los futuros ciudadanos. Hoy todo tiene que ver con la economía y/o con la formación de trabajadores y consumidores; el énfasis en la educación está en el tener y no en el Ser. 2.- Las charlas de sobremesa; diariamente la familia se reunía, cuando menos en dos ocasiones, al comer y al cenar; y después de los alimentos se convivía. Era en la charla de sobremesa, cuando los miembros de una familia se reconocían, ya que en ellas cada uno comentaba sobre su día, sus actividades, situaciones especiales, problemas o alegrías; pero también era en esas charlas, donde de manera sutil a través del diálogo y el ejemplo, se transmitían los valores familiares; honestidad, amor al trabajo, respeto al prójimo, comportamiento cívico, ternura, solidaridad, valoración de la persona y hasta discusiones éticas. Hoy todo mundo anda a la carrera y con la tecnología, iPad´s y celulares, se acabó la convivencia. Las nuevas generaciones están limitadas para comunicarse y para tener contacto humano, por ello buscan soluciones en el placer y en cosas materiales o sensoriales, porque, en adición a lo expresado, ni en la familias, ni en el modelo educativo enseñamos a vivir; es necesario, a partir de reconocer que y quiénes somos y para qué existimos, aprender a vivir en concordancia con nuestra humana naturaleza. Derivado de ello, no estamos formando personas, estamos construyendo entes para tener, sentir y consumir, ajenos a la corresponsabilidad que deberíamos tener unos con otros para construir sociedades sanas que puedan vivir en paz y armonía, para que cada uno pueda alcanzar su propia plenitud y, a través de darle sentido a sus vidas, ser felices.
R- Grrr, si a ello añadimos el comportamiento vergonzante e impune de muchos ministros religiosos, las mentiras de muchas religiones, la falta de dedicación y vocación de muchos “maestros”, el mal ejemplo de los adultos y la manipulación política y social de nuestros “líderes”, nos daremos cuenta del por qué ya no invitan los “días de guardar” a la reflexión y sí a la pachanga… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador