Opinión/Gerardo A. Herrera Pérez
Agua, globalización y mercado.
Gerardo A. Herrera Pérez.
Este próximo 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua, una fecha que nos hace pensarnos, despensarnos y repensarnos sobre el cuidado del agua y la otredad. El agua un derecho humano, pero también un derecho planetario para todos los seres vivos incluidos las plantas y los animales.
El agua al dar vida a los seres vivos, requiere no verse como un elemento de la naturaleza inerte, sino como un patrimonio del planeta que deben cuidar principalmente los humanos, para dar viabilidad a los otros seres vivos, plantas y animales. Se requiere de avanzar en procesos de sostenibilidad para esta generación y las próximas generaciones, es decir, no solo hablando de la humanidad, sino de manera holística de todo aquello que tiene vida.
Hace algunos años tuve la oportunidad de escuchar un video de Maude Barlow, ella nos propone un decálogo para el cuidado y conservación del agua; yo pienso que en estos tiempos de posmodernidad no solo requerimos de un decálogo, sino de una educación holística que nos permita ir fortaleciendo la creación y desarrollo de conciencia social y de la ecoconciencia, así como de incorporar otros elementos a las mallas curriculares de la educación básica para hacer viable la espiritualidad y aprecio por el agua; es decir, el agua un patrimonio planetario.
Al igual que en la resolución de conflictos, requerimos de un dialogo horizontal, sin colonizar, en alteridad, en intercomunicación, en tolerancia, en respeto, en complementariedad, en ecología de saberes para comprender la importancia del agua y de quienes ahora la utilizamos para dar viabilidad a nuestros proyectos de vida, no solo los humanos, también las plantas y los animales. En adelante se mencionan algunos elementos fundamentales para lograr que el agua sea considerada un patrimonio planetario,
Primero, el agua es un bien de la naturaleza, no es solo un bien inerte, toda vez que en si misma genera la posibilidad de vida de los seres vivos: de tal suerte que el agua pertenece a la tierra y es de todas las especies humanas y no humanas, recordemos que sin agua no hay vida.
El mercado Neoliberal considera al agua como un producto o mercancía para su venta, despojándola de la espiritualidad y respeto que se le tienen por los pueblos originarios al líquido que permite la vida, de ahí la importancia que considera Maude Barlow , ella considera que es importante redefinir nuestra relación con el agua y reconocer su lugar esencial y sagrado en el seno de la naturaleza, tal como lo expresa la filosofía del Bien Vivir, tal como las poblaciones originarias de Michoacán los expresan en sus ejercicios de respeto a la naturaleza.
Igualmente debemos de trabajar con los principios de la Carta de la Tierra y de la Agenda 2030 los Objetivos del Desarrollo Sostenible, en su objetivo 6 sobre garantiza la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y moderna para todos, así como el objetivo 14 que expresa la importancia de conservar y utilizar en forma sostenible los océanos.
Los humanos requerimos redefinir nuestra relación con el mundo de la naturaleza, una decisión humana puede afectar a los mantos hídricos y también a otros seres vivos, la naturaleza no es nuestra, somos nosotros parte de la naturaleza, a la que hay que cuidar y respetar.
Segundo, el agua está en distintos lugares, pertenece a ellos; por dicha condición, no es recomendable desviar sus cauces ni acarrear grandes cantidades de agua, porque podría estar deteriorando y en su momento destruyendo a los ecosistemas.
Tercero, la sostenibilidad del agua, para esta generación y las próximas generaciones, necesitamos que el agua llegue a los hogares en cantidad y calidad para sostener la vida, y también los seres vivos que no son humanos. Por ello es necesario avanzar en realizar cambios a nuestras formas y usos respecto del vital líquido, no solo de aquellos que ya viven en la precariedad del agua, sobre todo de aquellas comunidades que tienen agua suficiente, pero que en poco tiempo habrán de compartirla con otras comunidades, deben entonces de privilegiar una cultura del respeto, no solo del cuidado del agua.
Cuarto, todos, todas, sin faltar uno solo, hemos contribuido a la contaminación del agua, de una u otra forma la humanidad somos corresponsables, por ello, la importancia de que todos nos responsabilicemos de su saneamiento. El agua es escaza y una gran cantidad de ella está contaminada, en gran medida por el sistema de consumo y producción que se tiene en diferentes productos, bienes y servicios. Requerimos que los ecosistemas funcionen al son que da la naturaleza, toda vez que la supervivencia de los seres vivos depende de esa funcionalidad de la naturaleza; cuida el agua, preserva la vida. La crisis del agua debe de ser percibida por otras cuestiones, entre ellas el cambio de uso del suelo, el arrasado de los bosques, todo ello perpetrado por la mano del hombre y el abuso de los grupos facticos.
Quinto, una de las propuestas que se han presentado para la conservación del agua es garantizar el agua a partir de que se mantengan las bioregiones, es decir, el entorno natural de las cuencas de los ríos. El bioregionalismo es la práctica de vivir adaptándose a los límites de un ecosistema natural.
Sexto, los elementos de la naturaleza: el agua, el aire, la tierra, la luz, pertenecen a la tierra y son para el provecho de todos los seres vivos: humanos, plantas, animales, por lo que nadie principalmente el humano debe sacar provecho de dichos elementos en detrimento de la propia vida de otros. Por lo que las autoridades en sus diferentes niveles de gobierno deben de proteger el agua. De esta manera se considera que el agua no debe ser privatizada para fines comerciales, el agua debe ser declarada un bien público y deben de aprobarse fuertes medidas para reglamentar la protección del vital líquido. Observamos aun la falta de políticas públicas que ayuden a la protección del agua. Por lo que no se debe permitir el hecho de que el agua sea una mercancía o un producto contralado por la iniciativa privada, porque sus fines obedecerán a obtener lucro de dicho producto.
Séptimo, el agua es un derecho humano y esta debe de llegar en cantidad y calidad a todos los hogares, pero igualmente las autoridades deben de mantener un sistema de saneamiento del agua, de abastecimiento y de alcantarillado público, regulando en todo momento la protección del agua y fomentando su consumo de manera responsable.
Octavo, desde luego que la cultura de conservación del agua, constituye no solo una responsabilidad de las autoridades, sino en general de la población que utiliza este recurso hídrico. Por ello, siempre serán los mejores defensores del agua los niños y las niñas, los adolescentes, pero en general todos y todas las personas en cualquier edad.
Noveno, en el cuidado, conservación y promoción de la cultura del agua, se debe actuar en un modelo de gobernanza, donde autoridades, sociedad civil organizada y desde luego la población y la comunidad educativa, y los sindicatos, deben participar activamente.
La gobernanza nos permite que en horizontalidad se pueden diseñar, implementar y aplicar las medidas de seguimiento para el cuidado del agua. Por ello, se debe privilegiar un diálogo en igualdad de condiciones, que todos los participantes tengan voz, valor y poder para posicionar sus participaciones. Todos somos herederos y guardianes del agua.
Decimo, el crecimiento del comercio y las necesidades del consumo de agua, no corren por la misma vía de conservación, mientras el mercado persigue el lucro y es ilimitado, el agua es un elemento de la naturaleza que es limitado y resignifica el concepto de vida. Si realmente deseamos transformar nuestras prácticas requerimos avanzar en dejar de percibir el mundo como uno solo, único y perfecto mercado de consumo, que nos hace hedonistas, narcisistas, en valores individuales y líquidos, en búsqueda del éxito y el lujo, y donde quedan fueran los valores de la comunalidad.
Para finalizar considero la importancia de realizar estos puntos en el marco de la Carta de la Tierra, bajos sus principios de respetar y cuidar la comunidad de vida, integridad ecológica, justicia social y económica, democracia no violencia y paz.
De esta manera podemos llevar a cabo acciones que permitan y fortalezcan en su momento la mayor convivencia, fraternidad universal y participación social para el cuidado de nuestro recurso hídrico, el agua, un elemento inerte, pero a la vez un elemento que sostiene la vida, sin agua no hay vida, sin vida no hay lucha por conservar el agua.
Nuestro marco jurídico expresa en su Artículo Cuarto Constitucional “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”, aún falta mucho por hacer a favor de quienes no han visto logrado este derecho humano. Sigamos trabajando, sigamos promoviendo una cultura del agua.