Diálogos de Vida/Santiago Heyser
“El amor II - El verdadero amor”
“La verdadera medida de la grandeza de un hombre, es como trata a quien no puede beneficiarlo en nada”. Ann Landers, escritora y comunicóloga estadounidense.
Cuando reflexiono acerca del amor y de la relación que debiera surgir a partir de él, no conozco ni imagino un enfoque más amplio y preciso como el que expresa Landers. Esta actitud de desinterés legitima, como ningún otro acto, el sentimiento de amor que se ofrece a la persona amada al no esperar algo a cambio. Cuando no es así y existe un interés de cualquier tipo, ya sea emocional, psicológico, físico, cultural o material, independientemente del daño que genera per se en una relación el tener expectativas (más aún cuando no se expresan con claridad y al inicio de una relación), el amor que ofrecemos a otra persona, mismo que se traduce en acciones de la vida cotidiana, se convierte en una moneda de cambio que transforma nuestra relación personal en una operación transaccional, llevándonos a un juego de suma y resta en dónde cada individuo de la relación tiene una calculadora personal con la que hace sus propias cuentas y calcula sus equivalencias de forma unilateral, haciendo que nuestras relaciones personales terminen siendo, por decir lo menos, una operación rentable, y cuando no, de acuerdo con las cuentas personales de cada quien, aparecen las pérdidas y con ellas… el amor (si es que existía) se desvanece, sobre todo cuando hacemos responsable a la otra persona en lugar de ser objetivos respecto a nuestras propias acciones y decisiones.
No amar, esperar algo a cambio y responsabilizar al otro(a) como resultado de nuestro actuar, es más común de lo que podemos imaginar. El rol del papá proveedor y de la mamá que se encarga de los niños es sólo un ejemplo clásico de este tipo de transacciones entre personas que dicen amarse y tener una relación de pareja. Mi abuela me enseñó que existen tres tipos de mujeres: “… la pareja, la amante… y las otras”, refiriéndose con las últimas, a que cualquier tipo de intercambio sexual, por cualquier otra cosa material o emocional como una cena o una noche romántica o de placer, un estatus de mejor vida, un viaje de fin de semana, joyas o dinero al final es un intercambio material. En la actualidad, existen conceptos como sugar dady o sugar mami que hacen referencia a relaciones de personas jóvenes que intercambian compañía y sexualidad con personas mayores por un mejor estilo de vida o un beneficio material, sea temporal o permanente; lo que obvio, ¡no es amor! Y aunque la sexualidad termina confundiéndose con amor y usándose como moneda de cambio en ocasiones, lo cierto es que cualquier tipo de interés que exista, sea sutil o evidente, no es amor.
No es la intención juzgar ni señalar a nadie. Cada quien tiene el derecho de vivir su vida como mejor le parezca y relacionarse como mejor le acomode, siempre y cuando sea claro con las demás personas respecto a sus intenciones y expectativas. Lo que es incorrecto y muchas veces inmoral, es ocultar las intenciones de lo que uno espera en la relación, porque es engaño y por qué no es inteligente construir expectativas o esperar algo de alguien y no decirlo, lo que sin duda generará problemas y llevará al fracaso la relación. En éste punto, lo que tenemos es una emoción que nos hace sentir bien temporalmente, pero que nos distrae de atender los pilares que soportan una relación sana y estable. Esto no significa que no puedan existir acuerdos en las relaciones para sortear las vicisitudes de la vida, en donde ambos esperan que se cumpla lo pactado en beneficio propio, de la relación y en su caso, de la familia. Para aclarar, una cosa es hacer equipo con la pareja y de mutuo acuerdo asignarse tareas y compromisos; y otra muy distinta es amar a alguien por lo que es y la alegría que me proporciona lo que compartimos y no por su utilidad.
La idea del amor desinteresado no es nueva, el concepto de amor incondicional está documentado desde hace miles de años; pero para no ir tan lejos, pensemos en el amor desinteresado que se tiene a los hijos o a las personas mayores, en estas relaciones no esperamos algo a cambio, simplemente las disfrutamos amando con naturalidad y desinterés, lo que en muchas ocasiones no sucede en las relaciones de pareja.
En palabras del Padre Fábio de Melo: “Muchas veces las personas no están interesadas en nosotros, están interesadas en lo que podemos hacer por ellas… cuando alguien en realidad nos ama, es cuando valora y aprecia nuestro significado como personas y no le interesa nuestra utilidad. Si quieres saber si alguien te ama de verdad, pregúntate si sería capaz de soportar tu inutilidad. Si quieres saber si amas a alguien pregúntate quién en esta vida puede ser inútil para ti, sin que sientas el deseo de echarlo para afuera”… Así de sencillo.
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Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores