Cubrirse con ceniza, un gesto para reconocer la fragilidad y mortalidad
MORELIA, Mich., 17 de febrero de 2021.- El Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, un texto para orientar y dar a conocer los principios de la Iglesia Católica, explica que el símbolo de las cenizas, que distingue la liturgia del Miércoles de Ceniza, marca el comienzo de los 40 días de penitencia, es decir, los 40 días que anteceden a la Semana Santa.
"Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios", explica este directorio.
El texto indica que lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia Católica lo ha conservado por ser un signo de la actitud del corazón penitente, que cada persona bautizada está llamada a llevar a cabo en el itinerario cuaresmal; "se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual", expone este libro.
Lo que se sabe sobre este símbolo es que se remonta a los primeros años de la Iglesia Católica. Anteriormente, en esos años, las personas se ponían la ceniza en la cabeza para presentarse ante la comunidad y así recibir el Sacramento de la reconciliación el Jueves Santo.
En la actualidad, el Miércoles de Ceniza es una celebración parte del Misal Romano, en la cual, en misa, se bendice y se impone en la frente de los fieles católicos, la ceniza. Este acto de bendecir las cenizas, como todo acto sacramental, solo puede llevarlo a cabo un sacerdote o un diácono.
Las cenizas que se colocan en la frente de las personas se obtienen de la quema de las palmas que se llevan a la iglesia a bendecir el Domingo de Ramos del año anterior. Son rociadas con agua bendita, y después se aromatizan con incienso.
Sin embargo, este 2021 no solo la Iglesia Católica, sino la humanidad misma, enfrenta un gran desafío: encontrar el regreso a los hábitos, la cultura, las liturgias, y cualquier otra actividad relacionada con la vida del ser humano antes de la pandemia, sin exponerse a los contagios o a empeorar las cosas, y ante este panorama, será difícil que las personas acudan como en antaño, a recibir ceniza.