Proyecto secreto/Mateo Calvillo Paz
LA VERDAD QUE OBLIGA AL PRESIDENTE
La esperanza de México se basa en la verdad que obliga a todos, de otra manera se intenta construir sobre el vacío.
Una vista panorámica
Queremos el bien de México, defendemos la dignidad de los mexicanos, hasta el más humilde. Queremos contribuir al rescate de su dignidad, para que sea tratado como un príncipe y no como un pobre tonto. Que nadie le “vea la cara”, que no le arrebaten sus tesoros de verdad, respeto, justicia… Por unas cuentistas de vidrio.
Ningún proyecto se realiza sin los valores fundamentales e inmutables de la sociedad de los hombres, como una verdad el bien… .
Las autoridades actúan sin verdad cuando se contradicen: en el discurso se pronuncian contra la opresión y en los hechos presionan a sus hordas para defender lo que dice el jefe, tenga razón o no. Es el caso de la imposición de la contrarreforma en materia energética.
Tenemos una pandemia de mentira, nadie se siente obligado a decir la verdad y mientan muchos con flagrancia y descaro. Es evidente en las campañas, electorales en sus spots que buscan sonar bonito, para hacer pasar en la población un vacío de hechos y proyectos verdaderos.
Todos los partidos parecen estar constituidos por fariseos la manera de hablar, todos son purísimos (fariseo significa el puro), no quiebran un plato.
Hace décadas que están prometiendo el gobierno perfecto, la solución de todos los problemas, el bienestar y la felicidad, el progreso y la abundancia de bienes para todos (les falta precisar: todos los del partido y de la clase política).
¿Dónde está la austeridad republicana y ejemplar que nunca se había dado en México cuando se despilfarran tanto dinero para pregonar promesas del lugar común, sin fundamento ni intención seria de realizarse. Son afirmaciones que ocultan todos los vicios que tienen y han tenido los institutos políticos.
Hemos permitido que se construya una cultura de mentira, el fenómeno es mundial. Se miente de todas las maneras.
Miente quien no muestra coherencia entre sus palabras y la realidad, quien la maquilla, quien la niega, quien no asume una realidad que no le conviene y no se hace responsable de sus actos sino que inventa excusas para desconocer la responsabilidad de los problemas y fracasos, y le echa la culpa “al mal tiempo”, quien finge demencia y busca desviar la atención a otros asuntos.
Nadie es dueño de la verdad ni la modifica a su antojo, todos somos pobres mortales de palabra que se ajusta a la verdad y no crea seres nuevos y un mundo nuevo como Dios. Quien tiene lenguaje dogmático y pretende modificar la realidad con sus declaraciones muestra enajenación y se engaña vilmente. Es el caso de quien la debacle de la producción, la caída de las inversiones, el empobrecimiento de millones de mexicanos.
La sabiduría de lo alto
Nada sólido se construye si no es sobre el fundamento inconmovible de la verdad. Quien lo hace engaña y lleva el país al desastre, que llega irremediablemente, más temprano que tarde.
Es un deber de la autoridad promover y producir en la verdad y expresarla de manera nítida y segura. El Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tuti explica de manera muy sabia y lucida la importancia de la verdad para impedir “que los diversos sectores se instalen cómodos y autosuficientes en su manera de ver las cosas y en sus intereses limitados.” Es fundamental abrirse a la verdad, aunque sea contraria a la persona. “La verdad no peca pero incomoda” reza el viejo refrán.
El ciudadano debe edificar su vida y participar socialmente teniendo la base inconmovible e imprescindible de la verdad.
Primeramente debe ser capaz de distinguir la verdad del error y de optar siempre por la verdad. Lo demás todo es lodazal y corrupción. Si tu amigo necesita crecer y tener criterio para descubrir el error y apartarse de él, si nosotros sabemos, hay que tender la mano, es una liberación y es hacer patria. Es difícil y doloroso ir contra la corriente en una cultura de mentira.
El presidente y muchas autoridades, aunque lo aceptan en el discurso, en los hechos no respetan la verdad como un valor absoluto que está por encima de ellos. No tienen en sus estructuras mentales el orden moral ni se apoyan en la persona humana que lleva grabado su “instructivo” moral que el Creador fijo en su centro, que es lo que da valor innegociable a la verdad. Sin esta, avanzamos dando bandazos, sujetos al capricho y conveniencia del momento.
Escribe Francisco Papa: “el relativismo no es la solución. Envuelto detrás de una supuesta tolerancia termina facilitando que los valores morales sean interpretados por los poderosos según la conveniencia del momento…
¿Es posible prestar atención a la verdad, buscar la verdad que responde a nuestra realidad más honda?…
Para que una sociedad tenga futuro es necesario que haya asumido un sentido respeto hacia la verdad de la dignidad humana”.