Indicador Político/Carlo Ramírez
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El comienzo del tercer año de gobierno y el marco referencial de la Cuarta Transformación (4-T) han avanzado a base de decisiones aisladas, Pero la clave de su viabilidad en la construcción de un proyecto posneoliberal radica en la postergada reforma constitucional al Estado neoliberal delamadridista-salinista.
El neoliberalismo mexicano no se aplicó de forma doctrinaria, ni en decisiones de coyuntura. De la Madrid y Salinas de Gortari crearon un maco histórico, reformaron en la Constitución las funciones del Estado y trataron de perfilar una doctrina ideológica. Al final, las reformas sólo se redujeron al neoliberalismo económico puro, sin ideología ni bases sociales.
La 4-T es un proceso de transición del sistema neoliberal a un modelo de Estado social; al menos así se deriva de las decisiones asumidas en estos dos años de gobierno. Sin embargo, los alcances de la 4-T van a depender de las reformas constitucionales necesarias e indispensables a la reforma constitucional de De la Madrid-Salinas de Gortari que le dieron estructura legal al proyecto neoliberal: el paso del Estado social de la Revolución Mexicana o lo que quedaba de ella después del gobierno de López Portillo al Estado autónomo de los compromisos sociales históricos.
Las reformas constitucionales de De la Madrid y Salinas de Gortari desmantelaron las funciones del Estado histórico y lo dejaron como una estructura funcional a la economía de mercado. La 4-T y su proyecto posneoliberal quiere regresar al Estado como eje de la economía y a los compromisos de equidad social que el mercado no se preocupa por atender. Sin embargo, estas metas de la 4-T serán imposibles de lograr si no se reforma al Estado constitucional neoliberal y si no se define, de manera simultánea, un nuevo proyecto de desarrollo, una nueva economía mixta y un nuevo Estado de bienestar.
Ahí es donde el presidente de la república ha estado operando, sólo que de manera aislada, individual, sin contar con una élite intelectual constructora del nuevo pensamiento, sin un partido que reorganice y movilice a las clases sociales y sin una propuesta de redefinición del Estado. De la Madrid y Salinas dejaron al modelo neoliberal muy atado a la Constitución, metido en las estructuras del PRI con los comités Pronasol sustituyendo a los seccionales del partido y una nueva política presupuestal ajena al papel del Estado para dinamizar la economía.
El modelo de Estado autónomo fue tomado por Salinas de Gortari, para las reformas constitucionales delamadridistas del 19 de enero de 1983, de la corriente del neoliberalismo salido del marxismo arrepentido de Theda Skocpol en Harvard por los mismos años en los que Salinas de Gortari estudiaba su doctorado en la misma universidad. El Estado dejaba, explicó en un discurso de 1985, de ser el campo de batalla de las clases sociales, se colocaba al margen de la disputa por la dirección política de los gobiernos y administraba recursos en función de programas carentes de bases sociales. Ahí, en ese modelo, el PRI de Salinas de Gortari y Luis Donaldo Colosio perdieron bases sociales y llevaron a la sustitución de la Revolución mexicana por el modelo juarista de “liberalismo social” que no era otra cosa que las bases del capitalismo mexicano.
En este contexto, a las decisiones de la 4-T le faltan estructuras constitucionales. La Guía Etica para la Transformación de México requiere de reformas constitucionales para tipificar de manera delictiva la corrupción. En diciembre de 1982, al tomar posesión. De la Madrid presentó el discurso de la renovación moral de la sociedad, pero lo acompañó de la reforma constitucional para caracterizar nuevos delitos y someter a funcionarios a la penalización de corruptelas. Sin castigos incluidos en las leyes, la guía ética quedará como referencia simbólica.
Sin una reforma al Estado neoliberal delamadridista-salinista, los alcances de la 4-T serán sexenales, dependerán de la fuerza personal del presidente en turno y podrían modificarse con los reacomodos electorales. Ahí es donde ha fallado Morena como el aparato político-ideológico de partido de la 4-T y ahí estaría el desafío para Mario Delgado como nuevo dirigente.
El presidente López Obrador entra a su segundo tercio de gobierno con el desafío de llevar a la Constitución el Estado posneoliberal.
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Política para dummies: La política es fuerza, no ética.
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