Opinión/Ismael Hernández García
Hoy estamos viviendo una de las peores crisis de credibilidad y eficacia de los partidos políticos y de nuestro sistema político en general. Se trata de una profunda crisis de confianza, donde la ciudadanía le ha dado la espalda a los partidos políticos tradicionales por la falta de apertura y renovación en los valores que exige la sociedad. Igualmente, nuestro sistema político y particularmente el ejercicio público está complemente desacreditado por la simple falta de resultados, que podemos ver en un país lleno de rezagos donde el gobierno le ha fallado a sus ciudadanos.
¿Y qué están haciendo a este respecto los partidos políticos? Están haciendo lo mismo de siempre, pero esperan diferentes resultados. Ante la gran crisis de credibilidad que enfrentan los partidos tradicionales no ha surgido un liderazgo sólido dentro de sus filas que proponga una verdadera alternativa de cómo hacer política y hacer frente a los grandes retos que vivimos. Esta falta de cambios no solamente afecta los propios partidos, sino también la generación de nuevas soluciones para las problemáticas que afectan a nuestro país y a sus habitantes. Para generar nuevas propuestas que mejoren el entorno de la ciudadanía, primero tienen que mejorar ellos mismos.
En este sentido, los partidos deberían de servir principalmente cómo vehículos para que los ciudadanos participen en los procesos democráticos de nuestra sociedad, pero lo que vemos desde la ciudadanía son los mismos perfiles, generando pocos cambios y evitando la entrada de nuevas mentes que traigan consigo innovación. Los partidos deben redescubrirse como aquel lugar en el que la voz de las mayorías, y no los intereses propios, puede ser representada.
¿Y qué estamos haciendo nosotros como sociedad? Estamos comportándonos igual que los partidos, haciendo lo mismo y esperando diferentes resultados. La apatía y la falta de participación e involucramiento de la sociedad en la vida democrática más allá de votar cada 3 años, nos ha llevado a los graves resultados actuales de múltiples rezagos de desarrollo. Así que es momento que despertemos y nos involucremos, informándonos y participando directamente en la vida pública de nuestra ciudad, tomando el protagonismo y la responsabilidad como sociedad del rumbo que queremos tomar. Tenemos que asegurarnos que nos representen personas que estén a la altura de liderar el camino hacia el futuro.
Ya no hay tiempo de malas decisiones, si queremos tener un futuro para nosotros y para nuevas generaciones el tiempo de actuar es ahora.