Diálogos de Vida /Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
“Pensar II: Emociones II”
Si reaccionamos de forma automática ante las emociones y la mayor parte del tiempo no decidimos de manera consciente lo que pensamos… ¿cuál es el en realidad el nivel control que tenemos acerca de nuestra vida?
Observemos con atención cómo funcionamos y cómo experimentamos la vida. Comencemos por hacer una obvia distinción acerca de la realidad de la vida sobre la que pocas veces nos detenemos a reflexionar: Lo que sucede dentro y lo que sucede fuera de nosotros. La experiencia de nuestra vida, sucede siempre dentro de nosotros: lo que sentimos, lo que soñamos, lo que decidimos, lo que nos gusta, lo que pensamos, etc… así como el propio fenómeno de la consciencia, término que usamos para describir quiénes somos entendiendo consciencia como la facultad (que no siempre usamos y frecuentemente ni siquiera distinguimos) de sabernos a nosotros mismos y poder observar nuestra propia existencia, pensamientos, acciones y emociones.
En este orden de ideas, se hace evidente que lo único que en realidad podemos controlar son nuestros pensamientos y acciones; las emociones pueden ser observadas y tenemos la capacidad de decidir qué hacemos (acciones) cuando las sentimos, pero las emociones en sí son reacciones a estímulos del exterior o en su caso, el resultado de nuestros procesos mentales (conscientes o inconscientes), como cuando nos acordamos de una experiencia alegre y sonreímos o cuando nos preocupamos por algo que no ha sucedido, cuando nos afecta una historia que inventamos en nuestra mente (que no es real), cuando suponemos cosas equivocadas o cuando nos emocionamos al imaginar y soñar; todo lo demás, es externo a nosotros; si bien algunos eventos del pasado y la propia cotidianidad de la vida nos hacen creer que tenemos algún grado de influencia en lo externo a nosotros, el hecho es que es una combinación de suerte y probabilidades, por eso a veces pasa lo que queremos y a veces no,… el punto aquí es comprender que no tenemos un control real de lo externo a nosotros (lo que incluye a las otras personas), dejándonos como única opción la de aceptar la realidad como es, la que a veces se alineará con nuestros intereses, gustos y expectativas, y muchas veces no... Decía el Maestro Faustino Castro (qpd) “Luchar contra la realidad es infantil”.
Ahora bien, es evidente que existe una interrelación entre lo externo y lo interno, de hecho es parte fundamental de la experiencia de la vida: si vemos un atardecer, lo disfrutamos; si un animal nos va a atacar, nos estresamos; si vemos a una persona que nos gusta, llama nuestra atención; el exterior puede ser el detonador, pero la experiencia siempre sucede dentro de nosotros; ya sea el estrés, el disfrute, la atracción o lo que sea; cuando comprendemos esto, dejamos de quejarnos de las personas y de las circunstancias que no controlamos, al comprender que todo sucede dentro de nosotros y que podemos controlar nuestros pensamientos y acciones, nos damos cuenta que podemos asumir el control de nuestra vida sin depender de nadie ni de nada y ello nos da calidad de vida… Lo importante es notar cómo funciona el proceso de nuestra experiencia de la vida, distinguir los elementos que la conforman y cómo funcionan para tener claridad de lo que podemos controlar y lo que no, y entender cómo se relaciona esta realidad externa con nuestra realidad interna, con el único objetivo de que nuestras vidas sean mejores y seamos felices a pesar de las circunstancias y no a causa de ellas.
Los elementos clave del proceso son: nuestra consciencia y nuestra capacidad de pensar de manera consciente. Cuando lo hacemos de manera inconsciente, Eckart Tolle, lo describe de manera singular, aquí algunas de sus notas: “…en su mayor parte, nuestro proceso de pensamiento es involuntario, automático y repetitivo… en ocasiones no es más que una especie de estática mental que no cumple ningún propósito real… cuando no lo hacemos de forma consciente, no pensamos: “el pensamiento” es algo que nos sucede… Cuando decimos "yo pienso", está implícita la voluntad, implica que tenemos voz en el asunto, que podemos escoger, sin embargo, en la mayoría de los casos no sucede así, la afirmación "yo pienso" es tan falsa como decir: "yo digiero" o "yo circulo mi sangre", la digestión sucede, la circulación sucede, el pensamiento sucede… La mayoría de las personas están a merced de esa voz, lo cual quiere decir, que están poseídas por el pensamiento, por la mente… el problema está en que no distinguimos cuando estamos identificados con esa voz, si lo supiéramos, dejaríamos de estar poseídos, porque la posesión ocurre cuando confundimos a la entidad poseedora con nosotros mismos, es decir, cuando nos convertimos en ella…”.
Entonces la clave no es solo “pensar”, sino pensar de manera consciente, atentos y observando lo que sucede dentro de nosotros y lo que sentimos. Cuando tenemos este grado de atención y control, dejamos de funcionar en automático y de reaccionar… las emociones dejan de controlar nuestro pensar y actuar, las sentimos, pero no nos definen. Al mantenemos ecuánimes y atentos, nuestra capacidad de pensar y razonar se vuelve eficiente, se convierte en una poderosa herramienta para nuestras vidas, ya sea para analizar y resolver situaciones, como para comprender que la realidad de la vida es como es, que la queja y el drama no nos aportan nada y que al final, la vida se trata de crecer, de desarrollar nuestro potencial y de disfrutar de ello… ¡Así de sencillo!
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Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores