Observador ciudadano/Enrique Bautista
EL MÉXICO QUE DEMANDAMOS
Crecí, desde que tengo memoria, con espíritu democrático. Cuando empezaba a razonar, recuerdo a mi padre señalando: “Mandatario es quien recibe el mandato, no el que manda”.
En derecho, mandatario es la persona que, mediante un contrato de mandato acepta de otra(s) llamada el mandante, el encargo de representarla en determinados actos jurídicos o de gestionar sus negocios.
En este sentido el primer Mandatario de la Nación es quien ha recibido el mandato del pueblo que lo eligió a través del voto, para cumplir la función de administrar de manera transparente y honesta la hacienda pública y los recursos de la Nación, buscando garantizar los mismos derechos y oportunidades a todos sus habitantes, con el objetivo de ofrecer a los ciudadanos que lo eligieron un gobierno justo y eficiente.
Así demandamos ver a Andrés Manuel López Obrador: como la persona que representa los intereses de todos los mexicanos, cuya mayoría lo elegimos abrumadoramente en las elecciones del 1° de julio de 2018; a quien ofrecimos nuestra confianza para conducir al país y gobernarnos honesta y transparentemente, a partir de sus ofertas de campaña, que en los hechos asumimos como “el contrato de mandato”, mismo que habrá de cumplir ante nosotros, sus electores.
Al designarlo como nuestro Mandatario, coincidimos con sus objetivos y métodos fundamentales. Pero como sucede en todo régimen democrático, nos reservamos el derecho de dar nuestros puntos de vista y esperar que los mismos sean atendidos cuando consideramos nos asiste la razón.
Lo anterior viene a colación a partir del intenso debate que se ha venido generando conforme los tiempos pasan, pero sobre todo a partir de decisiones coyunturales que el Presidente viene tomando en el ámbito de la inesperada aparición de la pandemia del Covod-19 y sus efectos devastadores en la vida social y económica del país. Efectos que, por cierto, no son exclusivos de México, sino que constituyen un fenómeno global que afecta en grado similar a cada nación soberana.
Los disensos, opiniones encontradas, sugerencias con diferente matiz, y puntos de variados vista, sobre la pertinencia o no de las medidas gubernamentales para enfrentar la pandemia y los asuntos económicos y sociales que el país enfrenta, representan una amplia gama de variantes y tonalidades. No todas son totalmente opuestas entre si, ni todas son coincidentes; la gama de grises en el Pantone entre lo negro y lo blanco es amplísima, como resulta natural en cualquier régimen democrático en el mundo.
Lo particular y delicado del caso de México es que quienes se sitúan en los extremos del Pantone, ven en efecto las cosa blancas o negras, y pareciera que no están dispuestos a aceptar gradualismos que las acerquen o los maticen, cuando la inmensa mayoría de los mexicanos así lo queremos ver.
Hace apenas una semana un grupo de ciudadanos que observan con altos grados de desdén, resentimiento, frustración, y disgusto, la forma en que el Presidente conduce al país, seguramente porque se sienten afectados en sus intereses, decidieron manifestarse para exigir su renuncia. A través de desfiles de autos tocando el claxon por las calles de alrededor de 40 ciudades del país, grupos de manifestantes, cuya suma no debe haber sobrepasado en su conjunto los10,000 autos (250 autos por ciudad en promedio) y 20 a 30 mil personas (entre 2 y 3 personas por auto), hicieron patente su molestia y descontento con el Presidente, olvidando que lo elegimos más de 30 millones de mexicanos de 56 millones que asistimos a las urnas.
En el otro extremo, no deja de ser cierto que López Obrador pareciera ver a todo aquel que difiere de sus puntos de vista, así sea de manera mínima, como parte del grupo de manifestantes que verían con satisfacción su retiro del cargo.
Con sorpresa y preocupación en diversos momentos, hemos observado como el Presidente descalifica las opiniones de colaboradores y aliados cercanos cuando sus declaraciones difieren, aun mínimamente de su concepción de las cosas. Así lo ha hecho en diferentes momentos con Arturo Herrera, su Secretario de Hacienda, y con otros integrantes de su gabinete.
El pasado jueves 4 de los corrientes, Alfonso Ramírez Cuellar dirigente nacional de Morena, se manifestó opinando que las medidas de austeridad implementadas por el gobierno fueron positivas y sirvieron para que hubiera disciplina en las finanzas públicas, sin embargo, opinó, que los recortes ya llegaron a su límite y serán insuficientes para financiar el mayor gasto para atender la pandemia del coronavirus y apoyar a los millones de desempleados. Ante este panorama, sugirió que es “urgente” que el gobierno recurra al endeudamiento.
Como respuesta, en su rueda de prensa matutina del día siguiente, el Presidente dijo que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre. “Hay quienes dicen que ya no aguanta el gobierno más austeridad. Me llamó hasta la atención porque lo dijo el dirigente de Morena, imagínense como estaban acostumbrados, era una especie de enajenación donde no importaba que el gobierno gastaba, gastaba, gastaba y se endeudaba, no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, aseguró. López Obrador calificó como “una deformación neoliberal” que no se puede actuar con austeridad en el ejercicio de gobierno. “Dicen que ya no se aguanta la austeridad, si nosotros, los servidores públicos, a diferencia de millones de mexicanos, tenemos garantizado un sueldo, llueva, truene o relampaguee, haya pandemia o cualquier otra calamidad, nos están dando un sueldo, nada despreciable, entonces por qué no se va a aguantar… es una deformación del periodo neoliberal”, consideró.
Considero que no se trata de que quienes reciben un salario digno y suficiente lo dejen de percibir para compartirlo con quienes no lo obtienen, sino de que quienes no tienen ingreso o reciben un salario por debajo de los mínimos de bienestar, lo puedan eventualmente obtener. En este sentido, coincido con la opinión de Ramírez Cuellar
En el mismo ámbito de cosas, y manteniendo una posición categórica, casi al concluir su discurso el sábado 6 anterior en Veracruz el Presidente López Obrador señaló que: (hoy) “Es momento de tomar definiciones … como lo decía ese gran liberal, Melchor Ocampo, no hay medias tintas … los liberales moderados no son más que conservadores. O se está con la transformación o se está contra la transformación. O se está con la honestidad o se apuesta a que se mantengan los privilegios. Es tiempo de definiciones”
Respecto a tales afirmaciones, considero que hay muchos mexicanos que defienden, y están, por el cambio que sugiere el Presidente López Obrador , sin embargo, difieren en el cómo lograrlo, y no por eso se oponen, o son adversarios de la 4T.
El pasado 5 de junio el excandidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas, amigo y promotor de López Obrador, en un foro virtual organizado por el colectivo “Nosotrxs, en el que participaron además, el propio dirigente morenista Alfonso Ramírez Cuellar y el Ministro de la Corte en Retiro, José Ramón Cosio, entre otros, opinó que para enfrentar la crisis provocada por la pandemia “hay que buscar todos los recursos que sean posibles, incluso diría yo, es esto quizá un atrevimiento en un sentido…, pensar en diferir los megaproyectos y tomar esos recursos mientras tenemos una mejor oportunidad, si es que por otro lado se pone en práctica una política de protección al empleo”
Cárdenas Solórzano, reconocido como precursor del avance democrático mexicano, señaló también que es necesario a la par del enfrentamiento al virus Covid-19, “pensar en una profunda reforma fiscal, hacendaria, tributaria, o como quieran llamársele, que ha sido una demanda de muchos grupos y estudiosos y gente que conoce bien los problemas del país”. En este aspecto, debe recordarse que el Presidente ha insistido hasta el cansancio que no habrá incremento en los impuestos.
Ni a Ramírez Cuellar, ni a Cárdenas Solórzano, se les puede calificar como conservadores de acuerdo a la concepción presidencial del término, ni como opositores al proyecto de la 4T. Ambos, desde sus respectivas trincheras, han dado permanentemente muestra, como muchos otros pretendemos hacerlo, de su compromiso con principios como la honestidad, la equidad, la transparencia y la justicia, que postula en sus propuestas el Presidente López Obrador. Sin embargo, están en su derecho de opinar diferente sobre el cómo lograrlo.
El Presidente no debe perder de vista que es el Mandatario al que conferimos responsabilidad de representarnos para conducir al país a buen puerto. Debe hacer el máximo esfuerzo por atender de manera fiel el mandato que le entregamos, y recordar que representa a 130 millones de ciudadanos de este país.
Esperamos de él que nos conduzca a la reconstrucción de un México honesto, prospero, justo, solidario y unido.