En contexto/Luis Acevedo Pesquera
Paliativos económicos para un bosque en llamas
Si bien la economía global ya enfrentaba desequilibrios y la pandemia del coronavirus agravó las deficiencias del modelo neoliberal, serán las estrategias establecidas oportunamente por algunos países que advirtieron que la emergencia sanitaria traería una crisis social y económica descomunal lo que a muchas les permitirá reiniciar su recuperación con rapidez y de manera sostenida.
Pero para las naciones que mantuvieron intactos sus programas de gobierno como mecanismo de efectividad popular pero no estructural y que soslayaron la profundidad de la crisis internacional, les será más complejo reanudar el crecimiento y estarán lastrada por un dramático incremento en la desocupación, la fragmentación de las cadenas de valor y por niveles más profundos de pobreza e incertidumbre.
La situación interna y externa no se conformará, como lo ha supuesto el gobierno de México, con impulsar a la economía popular mediante programas sociales de bienestar pasajero ni en flujos extraordinarios de remesas, en un mercado petrolero incierto o en el empleo que puedan generar algunas obras de infraestructura desconectadas de la actividad productiva.
Aunque son importantes los apoyos temporales al consumo y el sostenimiento de microempresas, que en mayo serán por 132 mil millones de pesos, en junio 101 mil millones de pesos y en julio 123 mil millones de pesos, no alcanzan para estimular a la gigantesca maquinaria económica mexicana que, en términos de PIB, el año pasado no creció y que en 2020 sufrirá una caída superior de 5.0 por ciento.
Centrar la recuperación económica en la propaganda asistencialista es como mirar a una de las ramas del árbol para rehuir que el bosque está en llamas.
Veamos unos cuantos datos recientes del INEGI para reflexionar por qué los argumentos gubernamentales son inconsistentes con la realidad:
Durante el primer trimestre de este año, se registró la caída del Producto Interno Bruto (PIB) de (-)1.6 por ciento, con lo que se juntaron cuatro trimestres consecutivos con disminuciones anuales y que marcan el periodo negativo más largo desde la crisis 2008-2009 cuando vivimos la epidemia del H1N1, que significó entre 0.5 y 1.0 por ciento del PIB y mil 172 muertos.
Por cuanto a la Inversión Fija Bruta del país, que representa a la capitalización de corto plazo integrada por los bienes empleados en los procesos productivos durante más de un año y que están sujetos a derechos de propiedad, este indicador cayó (-)8.7% durante el primer bimestre de 2020, respecto del mismo periodo de 2019 y a pesar de que este año se contó con un día más por ser bisiesto. Desde febrero de 2018 este dato mantiene una peligrosa tendencia negativa para el país porque su último dato se encuentra (-)10.2 por ciento, por debajo del nivel de febrero 2019.
El Consumo Privado Interno, aunque alcanzó un máximo en septiembre 2019 de 2.0 por ciento, a partir de entonces ha disminuido para quedar en marzo con una tasa negativa de (-)1.5 por ciento, sin posibilidad de recuperación en los próximos meses.
Para los indicadores de Confianza Empresarial (EMOE) el desplome en abril es generalizado en todos sus sectores. De (-)6.8 puntos en el comercio, que abarcó a todos sus componentes: momento de invertir, situación presente y futura del país, y situación presente y futura de la empresa.
En seguida, las expectativas empresariales en la construcción también indican caídas el valor de las obras ejecutadas como contratista o subcontratista, total de contratos y personal ocupado. En la manufactura señalan caídas en producción, capacidad utilizada, demanda nacional, exportaciones, personal ocupado, inversión e inventarios, así como alzas en precios de venta y de insumos.
Pero el peor desempeño en términos anuales es en los servicios privados no financieros con (-)18.5 puntos.
El Indicador Global de Personal Ocupado en los Sectores Económicos disminuyó (-)0.2 por ciento en febrero, prolongando así la tendencia decreciente desde el segundo trimestre de 2019.
Por lo que se refiere a dos sectores insignia: las empresas automotrices exportaron 27 mil 889 vehículos ligeros en abril, que es un desplome de (-)90.2 por ciento comparado con abril 2019. Y en turismo, en marzo los viajeros internacionales a México mostraron una fuerte contracción de (-)34.4 por ciento anual, siendo la mayor afectación de los que llegaron por avión que se desplomó (-)51.4 por ciento.
Sólo en materia de inflación el dato es favorable y eso gracias al COVID-19 que restringió el consumo. En abril, la inflación anual fue de 2.15 por ciento, que se alcanzó por la baja en el precio de las gasolinas y por los subsidios de verano a las tarifas eléctricas; pero en contraste, se encarecieron 5.78 por ciento los alimentos, casi el doble que la tasa general con lo que se afecta más a los más pobres y a los desempleados.
A partir de esta realidad y no otra, tendremos que enfrentar la recuperación económica con algo más que los programas asistencialistas gubernamentales que, si bien ayudan, son un paliativo para unos cuantos, pero no resolverán la pérdida per cápita del valor de la economía para los 31 millones de trabajadores en condiciones de informalidad ni a los 23 millones que son formales, porque en lo que va del año 500 mil ya quedaron desempleados.
@lusacevedop