Rufomentario/Santiago Heyser
“Sin celulares”
Celaya, Guanajuato, 3 de febrero de 2020
Mi hijo Santiago le organizó, de cumpleaños, una pijamada a su hijita de 10 años… Para que convivieran y jugaran las pequeñas, recogió los celulares.
S- ¡La locura!, mi Rufo, las chiquillas se sintieron perdidas sin sus celulares y gran parte del tiempo se la pasaron explicando porque necesitaban mandar un video o “chatear”… Lo interesante, es que, irresponsablemente, todas las mamás mandaron a sus hijitas con celular, como si la dependencia y evasión que generan estos aparatos no fuera una realidad a cuidar y a evitar.
R- Auuu, mi Santias; nosotros los perritos, no permitimos que nuestros cachorros anden con esos aparatos, ya que hemos visto que se enajenan y se alejan de la manada; y al hacerlo, perdemos continuidad en la educación que les impartimos, ya que esta se da de dos formas: una, a través del dialogo y compartir experiencias y dos, a través del ejemplo.
S- Hacen bien, mi Rufo, si los cachorros se enajenan con los aparatos, no hay manera de comunicarse con ellos. El problema humano es que hemos perdido noción de lo que es educar y suplimos esa ignorancia “comprando” cosas a partir de la falsa premisa de que cuanto más le regale a mi hijo, mejor padre voy a ser, y en un descuido, mi hijo va a ser más feliz… En una palabra, ¡estamos tontos!
R- Grrr, es comprensible eso, mi Santias, a mí me ha tocado ver el deterioro generacional que ha tenido la educación humana, al privilegiar el tener sobre el ser y al suplir tiempo amoroso de los padres, comprándoles cosas para entretenerlos,… y alejarlos.
S- Es verdad, mi Rufo; todavía recuerdo, cuando empezó la televisión en blanco y negro…
R- Auuu, ya llovió, mi Santias.
S- No jodas con la edad, perro, que no es el tema… Decía que cuando empezó la televisión, a los niños nos permitían verla solo por determinado tiempo y con horarios definidos, nuestros padres y abuelos comprendieron de inmediato que la “caja idiota”, así le llamaban a la televisión porque te abstraías de pensar, si no se dosificaba te apendejaba y se volvía una herramienta de adoctrinamiento de quienes lucran, política y económicamente construyendo “borregos” o consumidores, en lugar de ciudadanos y seres pensantes. El problema es que las siguientes generaciones, la de nosotros y la de nuestros hijos, los padres de hoy, no tuvieron de referencia el valor social y formativo de convivir con personas y no a través de redes o en el espacio cibernético, lo que enajena e idiotiza a nuestros hijos. Ejercicio como las charlas de sobremesa, en donde compartíamos vida y transmitíamos valores familiares y sociales, se acabaron; hoy son pocos quienes conviven familiarmente compartiendo alimentos o dedicando un tiempo, cada día, a saberse, a conocerse, a acompañar los cambios que todos tenemos por el simple hecho del paso de tiempo y de crecer. Nadie es hoy la misma persona que era hace un año y al no compartir y convivir compartiendo los pequeños cambios que tenemos todos los días, en poco tiempo nuestra pareja es una desconocida y nuestros hijos también son unos desconocidos y lo peor, ni idea tenemos de en donde perdimos el camino.
R- Guarraguauuu, mi Santias, visto así quizás deberíamos sugerirles a nuestros tres lectores que convivan más con sus hijos, que platiquen más, que convivan con su pareja, que se abracen y que, en una palabra, dediquen diariamente cuando menos 5 minutos a escucharse, para no perderse con el paso del tiempo.
S- Y ya encarrilados, mi Rufo, también les sugeriría que regulen el uso de aparatos (celulares, tablet´s y televisión), que supervisen lo que sus hijos ven en Internet y que promuevan la convivencia y la interacción humana sin celulares,… y a menores de 18, nada de redes, cero Facebook, Instagram y Twitter, entre otras, por su bien.
R- Auuu, ya en este tenor, si crees que alguien hará caso, sugiérele a tu hijo que cuando invite a las amiguitas de tu nieta, lo haga por escrito y especifique que es sin celulares, con la intención de que convivan, interactúen, socialicen y jueguen más; y que para contacto y emergencia, ponga su número, para que las madres “modernas y preocuponas” estén tranquilas… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.