Manandurhani/Gerardo A. Herrera Pérez
La región Lacustre del Lago de Pátzcuaro, se ha convertido en un semillero de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que abrevan de grandes maestros y maestras que son artistas visuales, de bailarines, que son ahora directores, deportistas que siguen dando gloria a Michoacán, desde la isla de Uranden, de cantautores y las pirekuas que dan nombre y legitimidad al patrimonio intangible de la humanidad; en fin, muchos personajes que con talento y generosidad coadyuvan con su capacidad y actitud a la formación de nuevas generaciones para la sostenibilidad artística y socio cultural de los pueblos y comunidades Purépechas, con una visión desde lo glocal.
En la zona Lacustre, continúan trabajando diversos maestros con formación en danza en el fortalecimiento de grupos de ballet folclórico, los cuales han logrado rescatar el patrimonio dancístico de la región y empoderar a sus grupos con movimiento, vestuarios, coreografías, pasos, muy apegado a los usos y costumbres de expresiones centenarias, por no decir milenarias muchas de ellas.
La cultura, sigue siendo un patrimonio que debemos de cuidar por parte de todos y todas; instrumentos jurídicos de dimensión universal, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Convenio de la OIT 169, o bien, el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, sociales, culturales y de medio ambiente, también en los instrumentos regionales, como la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombres, así como la Convención Americana de los Derechos Humanos y de dimensión nacional como la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes reglamentarias del artículo segundo, entre otras normatividades, constituyen un claro apoyo para el fortalecimiento del diseño de políticas públicas y acciones para evitar que nuestras tradiciones lleguen a desaparecer.
La cultura de la danza, es también parte de ese patrimonio cultural que debemos de conservar, toda vez que en ella, está implícito los acercamientos y la espiritualidad con que se adoraban y se respetaban los elementos de la naturaleza: el agua, el aire, la tierra y la luz o el fuego, hoy tan necesarios para el proyecto de vida de la sociedad, para la sostenibilidad.
En este sentido, llama la atención ver a ballets folclóricos de niños y niñas, y también adolescentes expresar su cariño y respeto a las artes de la danza; porque hoy lo que estamos viviendo son tiempos de valores ya no solidos: estables y permanentes, hoy son tiempos de valores líquidos que expresan la inmediatez y la inestabilidad.
Este es el caso del ballet o Grupo Folclórico Manandurhani (cuya traducción al español de la lengua purépecha es “mover los pies”), un grupo de niños, niñas y adolescentes que transitan sobre la construcción de valores de solidaridad, de respeto, de rescate de usos y costumbres, de tolerancia y de avanzar en una cultura de paz; valores sólidos y que construyen comunalidad.
Derivado de un trabajo permanente y de una lucha constante de muchos años para la consolidación del grupo artístico Manandurhani, tuve la oportunidad de entrevistar al maestro Diego Acosta Montaño, director y creativo del Grupo Folclórico en mención.
Diego Acosta es un director joven, echado para adelante, comprometido con la cultura y la danza, preocupado y ocupado también con la cultura de la paz. Es un hombre de ideas generosas, contundentes y que las expresa de manera sencilla; su trabajo lo orienta al fortalecimiento de nuestra cultura, pero en el ejercicio de las actividades genera las sinergias para la comprensión y fortalecimiento de los valores de los niños, niñas y adolescentes; pero igualmente construye sobre las vías de la solidaridad, del respeto y de la Paz.
Para Diego, la danza y en ello, la expresión corporal y de movimiento de pies y manos en niños, niñas y adolescentes y jóvenes también es un medio, es un instrumento de visibilidad para impulsar la Paz; los integrantes del grupos al ser pequeños, construyen sobre finos hilos los valores de respeto, la tolerancia y sobre todo la solidaridad con que se debe de integrar un grupo social, todos ellos elementos que construyen Paz.
Los infantes transmiten el arte a través de su sensibilidad, de su inocencia, del ejercicio de sus movimientos y de la conexión que se puede dar entre el sujeto que observa y disfruta y de los niños, niñas y adolescentes que ofrecen sus dinámicas e interacciones grupales para darle sentido aquellas expresiones dancísticas y artísticas y culturales, es decir, nos encontramos frente a un proceso dialógico corporal y de complementariedad. Los pequeños expresan a través de su arte y logran la conexión con el público, y es dicho proceso el que permite dar sentido y reconocimiento a procesos centenarios ejecutados por adultos pero ahora apropiados por pequeños a partir de un ejercicio de complementariedad, horizontalidad y de la búsqueda de las voluntades.
Los niños, niñas y adolescentes adquieren sus competencias a partir de la repetición de sus coreografías, pero no solo eso, se requiere de una explicación de cada una de estas acciones y movimientos para la comprensión del significado que tiene cada danza; es decir, no son movimientos automáticos o robóticos, sino, son movimientos que construyen sobre un dialogo que se ejerce con el cuerpo y entre los cuerpos de quienes danzan para darle significado y legitimidad para aquello que se danza.
La Paz como un medio para la integración del grupo constituye todo un reto, nos explica Diego: “la autonomía y la disciplina son binomios de difícil integración, sin embargo aquí en el Grupo debemos de comprender que los derechos que tienen los niños, niñas y adolescentes se deben de respetar y cuidar, y por ello, la importancia de darles esa autonomía, pero con disciplina, con reglas, con las tareas que se deben de asumir para el respeto a ellos, y a los integrantes en función de los compromisos adquiridos para el desarrollo de sus competencias y el cumplimiento de los objetivos del Grupo; en ocasiones logramos acuerdos para la convivencia pero sin que se rompa el principio del respeto entre los que integramos este gran Grupo”.
Al hablar sobre el respeto, le pido me explique cuál es el mecanismo para lograrlo, o bien la estrategia que permita fortalecer las acciones de este entendimiento, que es base para la Paz “dialogar sin duda alguna es lo más importante, me comenta; todos tenemos derecho a expresarnos y a comprometernos en nuestra toma de decisiones, aun cuando sean pequeños.” “Los padres de los pequeños comprenden la importancia del respeto, la autonomía, pero con un eje transversal que se llama la disciplina, los niños, niñas y adolescentes deben comprender que lograr un objetivo lleva a trabajar para dichos propósitos, pero cuando se habla de grupo, la suma del trabajo de cada uno constituye el éxito del Grupo”.
Qué significa para ti y el Grupo, ese momento antes de abrir el telón?, compromiso conmigo, para los que me acompañan, entre ellos y para quienes se dará la función; llegamos al escenario preparados, comprometidos y dispuestos a dar todo, ahí no hay problemas, nadie lleva problemas, llevan energía y deseos de enfrentar al público con su talento, con su sonrisa, con su inocencia. Qué significa abrir el telón y estar frente al público?, todo, significa todo, la preparación de meses, la tarea de cumplir con un objetivo, hacer ver que sus valores de responsabilidad y respeto están con ellos y conviven con ellos, es decir, es dar todo.
Me insiste en que “los miembros del Grupo deben ser singulares y a la vez extraordinarios, es decir individuales y a la vez colectivos, deben compartir sus talentos y recoger sus aplausos del público conocedor o no; ello llevara a que los niños sepan que se requiere de trabajar y esforzarse para cumplir con los propósitos de cada uno, pero en el marco de los objetivos del grupos y del respeto de sus valores”.
El Grupo ya ha tenido experiencia internacional y a recorrido festivales de danza en distintos países: Perú, Colombia, Chile, los Estados Unidos; y desde luego está aquí en México.
Pátzcuaro tiene un significado para ti?, me expresa que si, lo tiene; es mi casa, mi gente, es el corazón de cada uno de los integrantes del Grupo que lo hace fuerte y sostenible, Pátzcuaro es mi vida.