Realidad de la Navidad/Gerardo A. Herrera Pérez
Realidad de la Navidad.
Gerardo A. Herrera Pérez
La Nochebuena y navidad, ofrecen una multiculturalidad de expresiones, cada familia constituye una expresión no necesariamente identitaria o análoga; desde las cenas y como se construye el menú (clásicos los romeritos, el bacalao, pierna, pero también la birria, barbacoa, cabeza de res, pozole, etc); los usos y costumbres: las doce o antes de la doce; la manera de regalar por binas, o bien por sorteo, o individual, y desde luego los regalos, y el hasta tal precio o tal producto, en fin, hasta el también el vivir en precariedad y ni siquiera poder cenar porque no hay dinero.
En el fondo son días de intensidad, de la búsqueda de los elementos para la celebración. Es también el momento para mostrar que tanto quieres que se expresa simbólicamente con el regalo, apreciado aquel que es electrónico, menospreciado aquel que es una artesanía y que en general no se puede presumir porque no conecta, es decir una celebración en función del mercado, el éxito y el lujo; es tiempo de que se vea que se tiene el éxito y de lograr regalar muchas cosas costosas que legitimen el éxito, principalmente electrónicas, perfumes y un etcétera cargado de publicidad mediática; días y conciencias cercanas a las interacciones que define el mercado Neoliberal y que se ajusta al hedonismo, al narcisismo, a los valores individuales.
La Nochebuena y la Navidad siguen recorriendo una última posada y un momento de comunalidad desde el posicionamiento del dogma del nacimiento del niño Jesús, en muchas comunidades se vive aún en este ejercicio de convocar a las personas del barrio, la colonia, la calle y disfrutar, en fin.
Sin embargo en las ciudades o localidades de mayor concentración de población estas costumbres han sido refuncionalizadas, o bien transculturalizadas, por otros procesos que nos permiten advertir que la Nochebuena y la Navidad tienen un significado montado en el mercado, en el consumo y el pretexto es el dogma, el nacimiento de Cristo.
Lo que observe durante la Nochebuena y la Navidad son grandes hachones por diversas calles de la ciudad y a su alrededor muchos jóvenes disfrutando en familia o con una familia; pasando las dos de la mañana, las cosas ya estaban subiendo de tono, el consumo de alcohol, seguramente otras sustancias toxicas, animaban la celebración, misma que permitía que dichos jóvenes bailaran alrededor del hachón prácticamente en camiseta y con un vaso o cerveza en la mano, y con una intensa energía pocas veces vista, ellos y ellas no durmieron porque a las ocho de la mañana, continuaban bailando y disfrutando; sus peinados ya estaban desdibujados, los cabellos planchados se habían erizado, es decir, no mostraban cansancio, eran las doce del día 25 de diciembre y se retiraron de donde estaban, es decir de la vía pública, porque se encontraban en la calle.
No sé si la conducta de los jóvenes sea norma y natural, lo que sé es que el mercado ha penetrado todas las capas de la sociedad y con mayor sentido en la de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y estas festividades tienen sentido por la existencia de un mercado, y de la seducción de los medios de comunicación para impulsar el hedonismo, narcisismo, los valores individuales y líquidos, la búsqueda del lujo y el éxito. Frente a ello, es necesario trabajar en los valores de comunidad, los principios y las virtudes sociales, generar acciones para fortalecer la salud del tejido social a través de la cohesión social, que tanta falta nos hace.
Como en otras ocasiones, salí a recorrer el Centro Histórico y los nosocomios: Civil, Infantil y de la Mujer para en compañía de otras personas compartir cobijas, regalar tamales y atole de canela a las personas indigentes o personas en condición de calle; en esta acción solidaria, nos sumamos Miguel Ángel Martínez, de Ángel de Corazón porque te Nace Ayudar, A.C., la Payasita Policía Florecita y sus dos hijos, Adrián Cirilo de Angahuan y Gerardo A Herrera, y otra persona que se sumó a estas actividades insitu.
El salir a la calle te dice lo que realmente pasa en la sociedad, cuando menos en la vía pública, en lo público; ahí me encontré a personas en condición de calle alcoholizadas, descalzas y sin querer ayuda de nadie, o bien alcohol o droga; me encontré con adultos mayores en condición de precariedad, buscando una moneda por generar lastima o por tocar un instrumento musical o bien cantar; muchas personas fuera de los hospitales esperando una buena nueva de sus seres queridos, sin que cubrirse, sin que comer, en los hospitales piden medicamentos que no tienen y hay que comprarlos, no hay dinero que alcance; vi a mujeres solas acompañadas de sus hijos durmiendo en el piso mientras vendían dulces a las doce de la noche; vi adultos mayores que querían dinero, pero ni cobijas, ni cena; vi también a una sociedad que vive en asimetrías, en androcentrismo, en jerarquización, en fin, vi la mugre de un sistema que hace pobres, que feminizo la pobreza, jóvenes drogados en las plazas, vi también la desesperanza de un pueblo que no le llega la ayuda, pero que tampoco ayuda su dogma cristiano, porque continúan pobres y precarios.
Dar a la otredad, es una obligación que nos marca un documento importante tanto la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en ella se plantean las obligaciones de la persona, una, es la solidaridad. Pero pocos sabes de eso, hoy priva el hedonismo y narcisismo, pero también las fotos del celular, y las redes sociales.
Esa noche de Nochebuena y Navidad, vi a otras personas ayudando, y compartiendo; vi a los hijos de la Payasito Florecita y a ella, disfrutar de dar con amor; vi a un Miguel Ángel, cargado de amor por la otredad y dispuesto a brindar apoyo en la búsqueda del otro para mejorar. Vi la esperanza de otros de recibir ayuda, también vi a otros disfrutar en familia, también eso me da gusto.
Nochebuena y Navidad no es solo lo bonito del día y su impacto en la noche, no, Navidad para otros, es como lo dice Edna Frigato (gracias Pili Correa) “Benditos sean los que llegan a nuestra vida en silencio, con pasos suaves para no despertar nuestros dolores, no despertar nuestros fantasmas, no resucitar nuestros miedos” …..”Bendito sean los que pudiendo ser cualquier cosa en nuestra vida, escogen ser generosidad”….”Benditos sean esos iluminados que nos llegan como un ángel, como colibrí en una flor, que dan alas a nuestros sueños y que, teniendo la libertad para irse, escogen quedarse a hacer nido. La mayoría de las veces llamamos a estas personas amigos”. Se amigo de los demás, entrégate a la otredad.