¿Qué pasa en Chile?/Jorge Álvarez Banderas
Nathanael es un jovén uruguayo, camarero de un hotel en Puerto Varas, una pequeña población con una arquitectura de estilo alemán al sur de Chile, en la Región de los Lagos, ubicada en la ribera suroeste del extenso lago Llanquihue, con no más de 12 mil habitantes, un espacio donde al parecer el tiempo corre despacio, acompañado de una temperatura gélida, quien solo cuenta con estudios de secundaria.
Para él, los disturbios que siguen en Santiago, a pesar de la firma por parte de los diversos partidos políticos, el pasado viernes de un “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” son producto de la inconformidad social frente a la indiferencia del Estado de atender necesidades básicas de la población tales como la salud y la educación, previstos en el artículo 19 -de los derechos y debere constitucionales- apartados 9 y 10 respectivamente de la Constitución Política de la República de Chile, promulgada el 21 de octubre de 1980, durante el régimen militar del general Augusto Pinochet Ugarte, bajo el lema “Por la razón o la fuerza”.
La educación superior en Chile cuesta, no se encuentra subsidiada por el Estado, los estudiantes que deseen cursar sus materias sin trabajar, pueden acceder a un financiamiento estatal, el cual se verá extinguido muchos años después de concluir con sus estudios universitario; a diferencia de la educación preescolar, primaria y secundaria que son obligatorias y gratuitas por disposición constitucional, donde en los niveles básicos la legislación secundaria estipula como obligación impartir clases de educación religiosa.
Tocante al derecho a la protección de la salud, Chile tuvo un cambio significativo en los años 80, cuando el régimen militar dio un fuerte impulso a la atención médica privada, creando las instituciones de salud previsional, regulando a los intermediarios financieros para la atención médica que captan la cotización mensual obligatoria que afecta a todos los asalariados, frentea un gran porcentaje de la población que no está en condiciones de asumir los costos de la atención de salud.
Otro punto a destacar es el sistema de pensiones en el país, que asfixia a los más vulnerables, siendo el día de hoy un urgente drama humanitario, que no permite a los cotizantes mantener su calidad de vida en relación a la que tenían cuando trabajaban, un sistema que en su momento fue ejemplo para mchas naciones, incluyendo la nuestra, México.
Frente a lo anterior, el paso pendiente del actual mandatario, es el relativo a admitir el fracaso del sistema de salud, educación y de la administración del sistema de pensiones basado en cuentas individuales entre otros muchos temás más, donde quienes protestan seguramente nada tienen que perder, reconociendo que dentro de estas manifestaciones sociales, podrá existir el político voraz, que vela por sus intereses y los de su grupo, para generar más encono a la inconformidad social, frente a las políticas “fallidas” de esta bella nación. @lvarezbanderas