Desarrollo comunitario y la vida/Gerardo A. Herrera Pérez
El desarrollo comunitario debe ser visto desde el pensamiento de la complejidad, es decir, debe ser atendido desde la perspectiva de la transdisciplinariedad para el encuentro de una visión holística y sistémica, estas reflexiones fueron vertidas desde la conferencia magistral presentada por el Órgano Autónomo de Derechos Humanos en el Tecnológico de Pátzcuaro.
El desarrollo comunitario es una pieza fundamental en la construcción de las comunidades en un modelo “glocal”; para ello, se requiere de trabajar con enfoques que permitan diversos posicionamientos: el respeto a los derechos humanos y las libertades, la perspectiva de género, la igualdad y no discriminación, la interculturalidad, la visión de cultura para la paz y en ello, la posibilidad de construir los espacios para el debate de las ideas, donde se destaque la pluralidad y la diversidad como antídoto para evitar la desigualdad y discriminacion.
Pero igualmente se requiere de impulsar mecanismos para la comprensión de estas nuevas realidades, en las que debemos de excluir ideologías antropocéntricas por una visión ecocéntrica, es decir, la vida en el centro de esta realidad, que abrace igualmente también a todos los seres vivos y que les de sostenibilidad a los elementos que permiten el proyecto de vida: el aire, el agua, la luz y la tierra: hoy sumamente comprometidos por el modelo neoliberal y de globalización en el que se vive.
El desarrollo comunitario debe de abrevar de un nuevo enfoque, de una nueva posibilidad que nos permita la comprensión de la dignidad, pero también del respeto, por ello, quienes se dedican al tema, académicos, filósofos y especialistas definen a la Ecología y el Medio Ambiente de la siguientes manera; para Félix Guattari, plantea en su libro “Tres ecologías” la existencia de una crisis: ambiental, social y mental que requiere ser atendida de inmediato para la viabilidad del proyecto de vida; en tanto que para el Papa Francisco, él observa a la ecología de manera más integral, y es que para él, la ecología abarca lo ambiental, social, político, mental, cotidiano y lo espiritual, en tanto que para Boaventura de Sousa Santos es volver a las epistemologías del sur.
Es interesante el planteamiento del Papa Francisco cuando desmenuza su propuesta de ecología, él, nos plantea una realidad sustentada en un paradigma tecnocrático, que es productivista, mecanicista, racionalista, consumista e individualista, es decir aquello que nos obsequia en su reflexión Gilles Lipovetzky cuando habla del mercado y la seducción de los medios de comunicación que nos hacen hedonistas, narcisistas, en búsqueda del éxito y el lujo, la individualidad y la libertad, que generan los valores individuales, en cuyo caso este estilo de vida puede terminar en catástrofe, como hoy ya lo vivimos cuando de adicciones se trata .
En esta realidad que se vive, todos estamos relacionados, es decir, nuestro mundo es holístico y sistémico, de esta manera todas las personas vamos caminando juntos bajo este enfoque, pero si ya lo estamos haciendo, no sería mejor que lo realizáramos como hermanos y hermanas en un movimiento para construir y mejorar, esto nos une dice el Papa Francisco, como también nos debería unir esta vida con el Sol, la Luna, el rio y la Madre Tierra; al escuchar estos conceptos me hacen pensar en la importancia de volver a sorprendernos y a tener confianza en los procesos de transformación, sí, refiero a esos procesos en que participan pocas personas pero que hoy ya cambian la sociedad, es decir la Comunidades de Aprendizaje.
Hay quienes al leer esta visión es probable que piensen que no es posible hablar de la hermandad, de lo espiritual, frente al individualismo que se ve y se vive, pero también existen otras personas que piensan que el diseño de la política pública y lo que se hace no ha impactado para nada socialmente, es más se señala con dureza a los servidores públicos; y lo entiendo, es difícil cambiar las ideologías y las inercias por nuevas construcciones más cercanas a movernos en un sentido que permita el respeto, la igualdad, equidad y generosidad por la otredad, incluso la alteridad. En mi vida trabajo diario por encontrar estos equilibrios, no me quedo en la denostación y descalificación, avanzo en mi compromiso por ser mejor, por respetar, por coadyuvar y sobre todo en prepararme académica y espiritualmente.
Por estas razones, debemos de impulsar nuevos modelos de participación tanto para aquellos que nos conectan con la tierra, el aire, el agua, como con la sociedad (ecoformación y ecoética coaligados con una ecopedagogía). Algo que nos debe de ayudar a avanzar es justamente reconocernos en los excesos que cometemos en nuestras formas de producir y de consumir, para transformarlos en nuevos mecanismos de participación de ir juntos en el cuidado y respeto de la vida, entendiendo la vida como el eje que centra este mundo.
En la Posmodernidad, se han posicionado dos maneras de ver la realidad de la Tierra y la Naturaleza. La visión predominante, que constituye el núcleo del paradigma de la Posmodernidad, ve la naturaleza como algo que ha sido destinado para los humanos, cuyos bienes y servicios están disponibles para nuestro uso y bienestar, es una fuente inagotable de recursos que le da vida a los proyectos de desarrollo y crecimiento; pido disculpas por lo que expresare, es como usar el pañuelo de papel y desecharlo una vez utilizado, así nos comportamos muchos humanos frente a la naturaleza.
La otra visión, contemporánea, que tiene más de un siglo de vigencia pero que nunca logró hacerse hegemónica, entiende que somos parte de la naturaleza y que la Tierra está viva, es un sistema vivo y se comporta como un superorganismo vivo, auto-regulado, combinando los factores físico-químicos y ecológicos de forma tan sutil y articulada que siempre mantiene y reproduce la vida.
De esta manera el ser humano es parte de la naturaleza y tiene de manera generosa y con respeto sentir, pensar, amar y venerar a la Madre Tierra. Nuestra misión es proteger a nuestra casa que es la Tierra, es decir, es nuestra casa común, de todos y todas. Este mundo es nuestra casa, hay que cuidar de ella la naturaleza, el medio ambiente, la biodiversidad y la vida.
Comprendo y muchos campesinos que cuidan de la tierra, saben que se debe producir para atender las demandas humanas pero en consonancia con los ritmos de cada ecosistema sin llegar a la sobreexplotación, cuidando siempre de que los bienes y servicios puedan ser usados con una sobriedad compartida, con vistas a las futuras generaciones, es decir con un desarrollo sostenible.
Los pueblos Pataxó de Brasil, asumen que son naturaleza, al hacerlo ellos mismos protegen a la naturaleza y se protegen a sí mismos toda vez que son naturaleza. Hoy, los pueblos originarios (como Cherán, San Juan Nuevo por señalar algunos) asumen esta visión de respeto a la naturaleza, pero en general se sigue pensando que los recursos que vienen de la naturaleza son infinitos, baste ver el video de la Historia de las cosas, para darnos cuenta de ello.
Bajo este enfoque requerimos de continuar trabajando para que se cuide la naturaleza como un bien fundamental para el proyecto de vida de la humanidad, es decir, debemos ver a la Madre Tierra, como nuestra casa en común.
Es decir, debemos seguir avanzando pensando que somos naturaleza y que defenderla significa defendernos a nosotros mismos, a nuestras familias, a nuestros padres y hermanos, así, con este enfoque, salimos a defender nuestra propia vida, no hacerlo y pensar que la Tierra y la naturaleza cuenta con recursos infinitos, nos llevará a un camino sin retorno, de ahí la urgencia de avanzar en los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y desde luego de la Carta de la Tierra, y la Agenda 2050 de la OCDE, documentos suscritos y ratificados por los poderes del Estado mexicano.
Al concluir el texto, agradezco a las personas que recientemente participaron en la conferencia magistral “Derechos Humanos y Desarrollo Comunitario”, a que fui invitado por el Tecnológico Nacional de México, a través del Instituto Tecnológico Superior de Pátzcuaro, y destaco la participación de toda la comunidad de Ingenieros en Desarrollo Comunitario en particular los alumnos: Santiago Olivo, J. Arturo Tinoco, Jesús Ayala, J. Alberto Monter, Roberto Sagrero, A. Agustín Nambo, Itzel Consuelo Garfias, Erika Acuña, Luis Lopez, Roberto Carlos Olivo, Octavio Adame, Sergio Vega, entre otros muchos más, a todos ellos felicidades, ¡¡¡¡¡Desarrollo Comunitario es la carrera del presente y del futuro!!!!!!!!.