Visiones y percepciones/Etelberto Cruz Loazea
SEGURIDAD
EL ENORME PENDIENTE
Las instituciones nacionales están trabajando, mas la sociedad nacional tiene varios y sumamente graves pendientes.
Uno de ellos es la seguridad – otros más son las cuestiones de la economía – el mercado interno, el desempleo, el poco poder adquisitivo del salario, la macroeconomía, la operación de la reforma educativa, el respeto a la ley, entre otros, pero el más incisivo, más agudo es el de la seguridad.
De muy poco sirve que la sociedad nacional trabaje, que posea un poco de riqueza – producto de su trabajo, transformado en salario - para adquirir los satisfactores necesarios para la vida familiar, si no tiene la confianza de regresar a su hogar por la inseguridad que rodea su universo.
El todo el territorio del país, en todos los estados de la Federación, en todos los municipios de los estados, en todos los círculos sociales, en todas las clases sociales, en todos los grupos y círculos profesionales y ocupacionales, en todos los sectores de la sociedad, están tocados por la delincuencia – organizada o desorganizada – y, curiosamente, convivimos con ella.
Y, también es curioso, que son miles y miles de millones de pesos lo que se dice que se asignan, se canalizan, se invierten para atacar, contener y enfrentar a esta circunstancia social y, también son miles y miles de elementos de las corporaciones nacionales y para militares que se destinan para atender esta circunstancia social.
Y más curioso aun es que son miles y miles de palabras, de imágenes en las que se afirma ...ahora, que ya estuvo bien, que no habrá impunidad, que se fortalecerán los planes, programas y acciones contra la delincuencia.
Igualmente, son acaso cientos y cientos de planes, programas, acciones estratégicas elaborados, implementados contra la delincuencia y nada.
Y lo más grave es que, en contra de los deseos, paradójicamente, sucede a la inversa, se está incrementando exponencialmente.
Otro hecho curioso es que el gobierno, en sus tres niveles de responsabilidad no escucha, no entiende razones, no sabe leer ni entender la realidad y se obstina en dos únicas acciones: el choque frontal contra las corporaciones=organizaciones delincuenciales, músculo contra músculo y la firma de acuerdos-planes de coordinación inter institucional que, día a día y de forma invariable, han mostrado su inoperancia e ineficacia.
No vayamos muy lejos, en nuestro estado, los recientes sucesos de Aguililla muestran la realidad: personal de las corporaciones, sin equipo, sin protección y sin preparación; las corporaciones policiales están disminuidas, no cuentan con la cantidad en suficiencia y calidad para ofrecer seguridad al municipio. Es pura palabra e imagen, por lo cual no es extraño que suceda lo que todos los días nos enteramos.
Y si acudimos a la geografía nacional por todos los medios nos enteramos de los hechos delictivos que hacen que se desborde nuestra capacidad de asombro.
Recientemente, Aguililla, Guerrero, Chiapas, estado de México, ciudad de México, Veracruz, Tamaulipas, Sonora, Chihuahua, Guanajuato, Michoacán, Colima, Jalisco, etc., etc., etc.
Estamos viendo y viviendo una etapa social histórica:
Jamás en nuestra vida como nación se había presentado una época tan llena de falta de respeto, a las fuerzas del Estado.
Iniciando con los ciudadanos comunes y corrientes: inicialmente, verbalmente se enfrentan a elementos de las corporaciones de seguridad ciudadana-pública, posteriormente los agreden, los desarman, los vejan, los humillan y, finalmente, los atacan, los emboscan y los asesinan.
Los sangrientos hechos de Aguililla, de nuestro estado y de Tepochica, en el estado vecino de Guerrero, así como los de la ciudad de México, en la alcaldía de Cuajimalpa y lo más reciente en Culiacán, Sinaloa – se vivieron por lo menos seis horas de balazos e incertidumbre que se cancelaron-suspendieron corridas de autobuses y se detuvo la vida en la ciudad y, al delincuente detenido, uno de los hijos-herederos del imperio de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, el cartel de Sinaloa -– se le dejó en libertad….¡porque no se quiso un efecto social con daños colaterales! - lo cotidianos en todo el país, son muestra de que la inseguridad social, como conflicto social está en ascenso.
¿De qué sirven los millones y millones de pesos usados en la adquisición de equipo de escucha – le llaman de inteligencia -, de equipo y armamento para las corporaciones militares y paramilitares...si no existen resultados sociales, traducidos en paz, estabilidad y quietud sociales?
¿Cómo se puede confiar en políticas públicas si el criterio del titular del Ejecutivo Federal es que LOS NARCOS TAMBIÉN SON PUEBLO Y TAMBIÉN SON HUMANOS…EL GOBIERNO NO REPRIME AL PUEBLO?
¿Cómo se puede confiar en los funcionarios públicos que minimizan los sucesos: ¿ESO QUE SUCEDIÓ EN MICHOACAN… ¿PASA TODOS LOS DÍAS EN EL PAÍS – palabras de la secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero? (¡Y efectivamente, sucedió casi simultáneamente en Guerrero y en la alcaldía de Cuajimalpa!)
¿Cómo se puede confiar en responsables de las áreas de seguridad, cuando el secretario de seguridad Federal, Alfonso Durazo, afirma: En la lucha contra la delincuencia, ¡Nada por la fuerza!
Las políticas públicas de seguridad están llenas de palabras franciscanas y los delincuentes, aunque son humanos y pueblo, atacan al mismo pueblo y sólo, y solo entienden el lenguaje de las armas, no las oraciones, ni las jaculatorias, ni las invitaciones a pensar en su mamá y en sus abuelitos.
La política pública sobre seguridad debe configurarse desde el municipio, no desde un escritorio; desde la escuela, desde la familia y desde la administración: terminar con la impunidad, con la ineficiencia y corrupción en los juzgados y, finalmente, con el temor, respeto a la ley y gobernar con el ejemplo.