La victoria de Marco contra el cáncer: "tenía una razón para quedarme"
MORELIA, Mich., 26 de septiembre de 2019.- A los 21 años, Marco Antonio Calderón Baeza era un joven estudiante como cualquier otro. Le gustaban los deportes y tenía muchas ganas de vivir. Pero un mal día su corazón empezó a fallar.
“Empecé con un fuerte dolor de riñón y así duré tres días. Decían que era porque había consumido alcohol días antes. Me empieza a faltar el aire y me tengo que dormir sentado. Así pasa una semana. Me internan en el Hospital del IMSS en Charo y me dicen que tengo algo, pero que no saben qué es”, relató.
La quimioterapia que recibió cuando tenía ocho años para tratar la histiocitosis le había provocado una cardiomiopatía dilatada congénita, ocasionando que su corazón creciera hasta alcanzar el tamaño de un globo y que su pulmón derecho se llenara de agua. Las noticias no eran nada alentadoras.
En tan solo siete días había perdido 31 kilos y con ello las ganas de vivir. Y es que tras varias semanas en busca de un diagnóstico, sus médicos le dijeron que necesitaba de manera urgente un trasplante de corazón, o que de lo contrario, solo tendría cinco años más de vida.
“Ya no podía correr, ya no podía caminar, ya no podía hacer ninguna actividad. Mi cuerpo ya no era el mismo. No tenía fuerzas de hacer nada, solo quería estar acostado, ya no le veía sentido a la vida y siempre me preguntaba por qué a mí, ese fue siempre mi reproche. Así fue cuando en una semana mi vida se acabó”, recordó.
De Morelia tuvo que mudarse a la Ciudad de México para engrosar la llamada lista de espera del Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) para aquellos pacientes que necesitan un órgano para poder seguir viviendo.
Tras tres meses de protocolo y pasar varios exámenes, a Marco Antonio solo le quedaba esperar. Pero solo transcurrió una semana para recibir la llamada telefónica que le cambiaría la vida para siempre.
“Un día antes estaba platicando con mi novia y le dije que iba a apagar mi teléfono, pero me dijo que no porque me podían marcar. Yo no creía porque apenas había pasado una semana. Lo apago y a las 5 de la mañana lo prendo, una hora después me marcan y cuando veo que es un número de la Ciudad de México, contesto y me dicen que posiblemente había un corazón para mí”, compartió.
Aunque al principio se negaba a la idea de ser trasplantado porque su vida había dejado de tener sentido, su ahora esposa le dio la noticia que lo animaría a seguir adelante: iba a convertirse en papá.
“En la noche me marca mi novia, le digo que no me quiero trasplantar y ella me dice que tenía tres meses de embarazo y es cuando decido que sí me trasplanto. Tenía una razón para quedarme”, confesó.
La intervención duró cinco horas y luego de 15 días internado, para ver cómo respondía su cuerpo al corazón que había sido donado por un paciente fallecido, Marcó Antonio supo que el órgano había sido enviado especialmente para él.
Actualmente, Marco Antonio tiene 26 años. Es un joven con gran sentido del humor y en su semblante refleja las ganas de seguir viviendo. Al principio le costó conseguir un empleo, pero ahora es trabajador en una dulcería donde le abrieron las puertas para poder sacar adelante a su familia.
Ha pasado media década desde que fue trasplantado en el Centro Médico Nacional Siglo XXI en la Ciudad de México, el cual es administrado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y aunque su vida cambió por completo, reconoce que su testimonio es un ejemplo para que otras personas puedan regalar vida a través de la donación de órganos.
“Después del trasplante me empezó a ‘caer el 20’ de que tengo que ser agradecido con la vida porque gracias al donante y al IMSS, hoy tengo por quién ver. En esta vida tengo dos responsabilidades muy grandes: una es cuidar a mi familia y sacarla adelante y la otra cuidar el órgano que me fue dado”, concluyó Marco Antonio.