Uso de razón/Pablo Hiriart
Fascista, el golpe a la educación
A cien años del surgimiento del fascismo en Italia, en México tiene una réplica perfecta en el golpe que ha dado el presidente López Obrador a la educación en el país.
Y no es sólo por el triunfo de los violentos que tienen amedrentada a la sociedad.
Ni porque esos violentos, hoy vencedores, hayan amarrado, arrodillado y rapado en la plaza pública a maestros que de buena fe se evaluaron para concursar por un ascenso o una plaza.
“Por traidores”, argumentaron los líderes de la CNTE en Chiapas.
Los ejemplos de las acciones fascistas de la CNTE son abrumadoras.
También hay definiciones teóricas que permiten señalar, sin lugar a dudas, a la contrarreforma educativa del Presidente y la Coordinadora como una
acción típicamente fascista.
Umberto Eco escribió en 1995 El Fascismo Eterno, donde explica las principales características que dan cuerpo al “espíritu fascista”.
Citado por Andrea Rizzi en El País del reciente sábado, en su columna Brújula Europea, Eco nos dejó las evidencias del fascismo, entre las que el articulista destaca:
“El culto a la tradición y el rechazo a la modernidad; el rechazo frontal (hasta la aniquilación) de la crítica y el disenso, que se tratan como traición; el miedo a la diferencia; la agitación de las clases medias frustradas; el populismo (como levantamiento de clases populares contra élites)”.
Todo eso está en la contrarreforma educativa que Morena impuso en el Congreso, luego de los acuerdos privados entre el Presidente de la República y los líderes de la CNTE en Palacio Nacional.
Rizzi señala que en las formas contemporáneas del fascismo en las sociedades occidentales, está “la reducción a mínimos el disenso, no a través de la violencia, sino del abuso de las mayorías parlamentarias”.
Eso es exactamente lo que sucede con la demolición de la reforma educativa por parte del Presidente y su partido, no obstante que había sido pactada por todas las fuerzas políticas antes de la llegada de AMLO al poder, y aprobada por todas las legislaturas estatales.
Ahora tienen mayoría simple en el Congreso, y aplastan.
Patente está en la contrarreforma presidencial el rechazo a la modernidad y el culto a la tradición.
Ésta indicaba que las plazas de maestros y los ascensos no se concursaban, sino que quedan a discreción del gobierno y el sindicato.
Pues eso está regreso. Volvió la tradición y se van a entregar las plazas por méritos sindicales y beneplácito del gobierno, no por las capacidades del profesor.
Una tradición políticamente muy rentable para Morena, pues con la baja calidad educativa se asegura el voto de clientelas políticas cautivas de sus programas sociales y del adoctrinamiento en las aulas.
Hay que ver el artículo décimo transitorio de la Ley General para la Carrera de las Maestras y Maestros. Quienes en los últimos seis meses hayan dado clases y no tenían plaza, aun sin ser maestros, se les dará la base.
Tal prerrogativa les ahorra a los “profesores” tener que pasar por las comisiones tripartitas. Directo a la basificación. En Oaxaca, esa medida le dará a la CNTE 15 mil nuevas plazas.
El gobierno teme que los estudiantes sepan, adquieran conocimientos, cuestionen y tengan criterio propio. Por eso anula los concursos, las evaluaciones y las promociones por méritos académicos.
Y el populismo presidencial es la impronta con la cual se impuso la contrarreforma: “Se terminó este ciclo de la mal llamada reforma educativa que tanto daño causó sin ningún beneficio. Todo por el conservadurismo al querer privatizar la educación”, dijo López Obrador hace poco más de una semana al anunciar que se caía la reforma del sexenio anterior… antes de que votara el Congreso.
Seguramente muchas personas de escasos recursos o que simplemente le creen al Presidente (son millones), se sintieron aliviadas porque se salvó la educación pública gratuita.
Pero lo anterior es falso. Populismo puro y duro. Nunca hubo proyecto alguno para privatizar la educación.
“Se hizo a espaldas de los maestros”, dijo, cuando hubo centenares de foros estatales, decenas de nacionales, con 28 mil participantes, 15 mil propuestas y 300 mil comentarios y sugerencias por vía digital sobre la reforma.
Hubo concursos para ascender u obtener plazas por capacidad: 206 mil maestros lograron escalar por esa vía, la del mérito y el conocimiento.
Todo eso va para abajo. Y las plazas las repartirán el sindicato y el gobierno, sepa o no sepa el profesor o aspirante a serlo.
A lo anterior se llegó con un acuerdo, ése sí cupular, entre el Presidente y líderes de la Coordinadora en Palacio Nacional.
Como expusimos hace una semana, los líderes de la CNTE, de Morena y los altos mandos del gobierno ya la libraron: tienen a sus hijos en escuelas privadas.
Los que pierden son los que no tienen dinero para pagar educación privada de calidad.
Su futuro es ser carne de cañón contra la modernidad y mantener la tradición (el estatus quo). A alinearse con el sindicato y el partido. No habrá de otra.
Eso es fascismo, por donde se le vea.
¿No es para tanto? ¿El gobierno de Morena también tiene giros progresistas?
Sí, de acuerdo, pero eso no les quita lo fascistas en el tema educativo.
Un dato final: hace 100 años, en Il Popolo d’Italia, los fascistas hacían su aparición con un manifiesto entre cuyos objetivos figuraban propuestas loables, recuerda Rizzi en el artículo mencionado: “establecer el sufragio universal (y la elegibilidad de las mujeres), jornadas laborales de ocho horas y el salario mínimo”.