“Me lo propuse y logré leer por hambre de aprender a mis casi 60 años"
MORELIA, Mich., 8 de septiembre de 2019.- Para aprender no hay edad, siempre y cuando se tengan las ganas reales y la convicción de avanzar en el ámbito de la lectura y la escritura, principalmente.
Esto lo tuvo muy presente la señora María Rosa Barriga, quien a pesar de cumplir casi 60 años de edad, esto no fue impedimento para cumplir uno de sus más grandes sueños: aprender a leer y escribir, pues de niña nunca se le dio la opción siquiera de pensarlo, solo por ser mujer.
Relata a Quadratín que por años tuvo que aguantar distinciones, discriminación, y ser relegada por no saber defenderse con su aprendizaje, lo cual aún recuerda con nostalgia y tristeza pero que de la mano del Instituto Nacional para la Educación para los Adultos (INEA) pudo erradicar y superar la barrera.
“Mi papá era muy estricto, éramos siete hermanos y a todos se les mandó a una escuela, pero como yo era la más chiquita, a mí no me mandaron; yo compraba libros, veía las pastas de diferentes colores, y me decía que un día yo iba a saber qué dicen.
“Fue hambre de ilustrarme en el mundo de la letra, me gana el sentimiento, porque hay mucha humillación, mucho bullying cuando la persona no tiene la facilidad de leer ni de escribir, yo me quería comer los libros para aprender a leer y escribir”.
Doña María recuerda que hace años después de un parto tenía la opción de trasladarse en ambulancia, pues estaba en Manzanillo y la enviaron a Colima a su atención, pero para regresar a su casa pudo haber accedido al servicio de transporte, sin embargo, no se dio debido a que no supo leer y no quiso firmar, lo cual la motivó a querer aprender, y esto se acentuó cuando sus hijos le pedían apoyo y ella no podía ayudarles.
“Me decía ‘mamá dime cómo se pone esta letra, y yo no sabía nada, le decía que le preguntara a su hermano mayor, pero como estaba ocupado no le ayudaba; fue que yo me decidí a aprender, se fue haciendo más grande la necesidad y hambre de ilustrarse uno en el mundo de la letra”.
Por ello considera que aquellos que tienen la facilidad de aprender o de tomar clases en su juventud tome la opción, la aproveche, pues es una verdadera ventana a beneficios primero personales y luego profesionales para una mejor calidad de vida.
Asimismo, ya que puede leer y enterarse de la información le preocupan principalmente dos temas: el rezago educativo y el cambio climático.
“Es un problema muy grande, la gente te humilla, te hace malas caras, y de ahí la necesidad de aprender, de ser alguien; me llama mucho la atención el tema del rezago educativo, es una lástima, una pena, hay los medios, pues ahorita no estudia la persona que no quiere; otra cosa que me preocupa es la ecología, estamos cruzando cosas demasiado problemáticas, me da mucho dolor e impotencia”.
Ahora, luego de años de esfuerzo, dedicación y meta definida, pudo concretar su enseñanza y cuenta con su certificado de primaria, gustosa, alegre, orgullosa y con la frente en alto, pues ahora va por la secundaria y si se concreta, también irá por la preparatoria.
Las lágrimas brotaron cuando vio consumado su sueño, tener el documento que acreditaba que poco a poco dejaba atrás la penumbra del analfabetismo y se sumaba a las filas del aprendizaje.
“El día que me dieron mi certificado rompí en llanto, nunca pensé que llegara ese día en que yo vería realizado ese sueño de recibir mi certificado; mis hijos están felices, vienen a verme de vez en cuando y están felices de que yo estudie y ya puedo usar más el teléfono, ya me defiendo más, antes no sabía y es muy bonito saberlo; que siga adelante este proyecto, es muy bonito este apoyo, es único, INEA es único”.
De acuerdo con cifras del propio INEA, en Michoacán el analfabetismo es de 6.1 por ciento y la tendencia es a la baja, pero el estado se ubica en el octavo lugar nacional con mayor población analfabeta y doña María ahora forma parte de la que sale del atraso.