Libre expresión/Carlos Monge Montaño
Conmigo o contra mí.
“Un buen gobierno es como una buena digestión; mientras funciona, casi no la percibimos”. Erskine Preston Caldwell (1903 – 1987). Novelista estadounidense.
Las ruedas de prensa matutinas que parecían una excelente estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador para imponer agenda y aparecer en todos los medios de comunicación, han evidenciado también debilidades significativas que tendrían que preocuparle a todo ciudadano y en especial al apartidista que no obtiene mayor ventaja del pragmatismo político y/o gubernamental.
Abundan los ejemplos donde el Ejecutivo federal se contradice, habla con medias verdades, evita responder sobre temas que le incomodan, divaga y polariza. Le ha resultado muy complicado mantener el control, conforme avanza su gobierno y las críticas se hacen presentes, todo lo descalifica, lo ningunea y dice tener otros datos, aunque la irrefutable realidad le diga lo contrario.
Por ello resultan interesantes los datos que arroja el análisis realizado por la empresa de periodismo de investigación Verificado, a 92 frases dichas por López Obrador en sus “mañaneras” durante los primeros 6 meses de su gobierno, donde 28 resultaron falsas, 24 engañosas y 40 verdaderas, es decir, sólo el 43.5 por ciento de sus aseveraciones han sido completamente ciertas.
En un país que enfrenta severas crisis como la de inseguridad, corrupción, ausencia en la aplicación del Estado Derecho y deficiente crecimiento económico, tendría que ser una exigencia de todo ciudadano y de sus propios colaboradores, exigirle que hable con la verdad, que sea honesto y congruente.
Cuando todavía no llega a los 8 meses la administración de López Obrador, es innegable que sus dichos, sus memes y diversas anécdotas están por todas partes y eso no es necesariamente bueno. Algunos especialistas en el uso de los medios masivos de comunicación como Jhon B. Thomson, han alertado respecto a lo contraproducente que podría resultar la sobre exposición, a grado tal que el tiro podría salir por la culata. Pero está claro que por el momento eso no parece preocuparle.
Al contrario, hay días que se aprecia más entusiasmado con sus mañaneras que por gobernar con mayor eficacia. Con el paso de los días el desgaste crecerá, las contradicciones causarán más daño y un nuevo hartazgo podría crecer en una población extraordinariamente polarizada.
Parece un buen momento para retomar el rumbo. Más hechos y menos mañaneras. México necesita de un presidente que sea eficientemente ejecutivo, que desgaste su esfuerzo en situaciones productivas y no en discusiones estériles donde no es capaz de reconocer un error y por el contrario, cree tener la razón absoluta. Eso no alcanza para gobernar.
Tal vez lo único rescatable de semejante dinámica, es que de mantenerla, podría abrir la oportunidad para que una oposición sólida, que ahora no existe, pueda darle la batalla en la contienda federal del 2021, donde el gran objetivo debe ser, provocar equilibrios en los poderes, que Morena y sus aliados no vayan a tener mayoría calificada en la cámara baja del Congreso de la Unión.
Lo urgente y que desea la mayoría de ciudadanos, es que al país le vaya bien; que en los hechos baje la incidencia delictiva, que la economía crezca, que haya empleos y oportunidades de desarrollo, acabar con la corrupción, pero también aplicar ejemplarmente la rendición de cuentas y el Estado de Derecho.
Por lo pronto y a reserva de alguna encuesta nacional que lo ratifique, es común escuchar que ya resulta cansada, tediosa y hasta infructuosa, la rueda de prensa mañanera del presidente López Obrador. ¿Usted qué opina estimado lector?
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.