El evangelio de hoy/Mateo Calvillo Paz
El Evangelio Hoy
Tiempo Ordinario,
Ciclo C, Domingo 16
HOSPEDA A DIOS EN EL VIAJERO
Mateo Calvillo Paz
La vida tiene una dimensión divina, acogemos a Dios en el migrante, en el hermano que toca a tu puerta.
En tu vida. En la persona necesitada que te pide ayuda, es Cristo el que te busca, a él ayudas, al hospedarlo en tu casa.
Dios Habla. Los enviados de Dios tenemos para ustedes un mensaje maravilloso, como afirma Pablo. Les descubrimos el designio secreto del padre Dios, el misterio de salvación. “Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y la riqueza que este designio encierra para los paganos, es decir que Cristo vive en ustedes y es la esperanza de la gloria”.
Les predicamos este proyecto maravilloso y les entregamos a ustedes esta riqueza divina. Es lo que hacemos en esta misa, en esta homilía y en todos los servicios de la comunidad.
Cristo dedica su vida para redimir a los pobres, anda en busca de ellos. Se hace presente en la casa de sus queridas amigas Martha y María con una gran muestra de amistad. Les deja una lección de vida eterna:
Son importantes los quehaceres de la casa, que permiten acoger a Cristo y darle de comer con delicadeza y cariño. Sin embargo, hay bienes celestiales, superiores que tienen un valor muy por encima de las realidades temporales. Es más importante darle tiempo a escuchar a Cristo y a recibir su amor.
¿Y qué va a pasar con la atención al amigo que las visita? Es importante pero lo es más la palabra de Dios, en la que se recibe a Cristo. Hay que buscarla primero y lo demás se nos dará por añadidura. “Marta, muchas cosas que preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte”.
Por la fe, confiamos totalmente en Dios, le damos primero tiempo a él que nos ayuda en los compromisos del mundo que consideramos secundarios.
A los hombres del mundo vertiginoso de negocios, tecnología, placeres, que no tienen tiempo para nada ni espacio para Dios les harían tanto bien darle importancia al Creador, dejar las actividades mundanas y escucharlo a él y llenarse de su paz y sabiduría.
Así conocerían la felicidad, la riqueza, la paz, la plenitud que buscan en vano en las vanidades de este mundo.
Los pueblos de oriente son muy hospitalarios y acogen al Peregrino, le dan un valor divino a este gesto. Finalmente es a Dios a quien acogen en el forastero.
Así lo hizo Abraham, recibió a Dios en la persona de tres forasteros, figura de Dios, tres personas. Por ese gesto se cumple la bendición de dar al amigo de Dios una descendencia. Los forasteros anuncian el nacimiento milagroso de un hijo de una madre anciana.
Dios sabe todas las bendiciones de la salvación, del tiempo nuevo que les vinieron a Marta y María por acoger a su amigo Jesús, que el Mesías.
Vivimos en tiempos peligrosos con personas egoístas que se aíslan cada vez más. Han perdido el sentido de la hospitalidad y se repliega en su mundito e ignoran a los demás y le cierran las puertas y las calles.
Los católicos necesitan el auxilio gratuito de Dios, su energía e inspiración “para que, fervorosos en la fe, esperanza y caridad perseveren siempre fieles en el cumplimiento de tus mandatos”.
Vive intensamente. Necesitamos, como expresión de fe y caridad, amar a los hermanos, acogerlos, ayudarles.
Cristo está aquí. Nos da la energía para ser hospitalarios, nos alimenta con su Palabra, su cuerpo y su sangre.