De prisa, sin oír al pueblo…/Luisa María Calderón
En esta nueva forma de gobierno, aún no había asumido el mando constitucional el señor Andrés Manuel López Obrador, cuando se estrenó con decisiones a mano alzada o consultas a modo, fuera de todo orden legal y constitucional, para fincar sus decisiones respecto de grandes temas de incumbencia de todos los mexicanos.
La negativa o aprobación de la conclusión del aeropuerto internacional de la ciudad de México. A esa nueva forma de evadir responsabilidades, se sumaron encuestas para decidir sobre la posición internacional frente a Trump, o la construcción del tren maya que rompe con el ecosistema y con una de las zonas con mayor biodiversidad del mundo.
O la decisión de someter a juicio o no a expresidentes de la República, que sonó más a sound bite de inicio de semana que a posibilidad. El sello del estreno fue preguntar al pueblo sobre en qué sentido decidir los grandes temas del país.
Así se fue durante meses, pero cuando el gobierno comenzó y las instituciones se resisten a ser manipuladas de esta manera, se vio obligado a pedir al Poder Legislativo que haga los cambios institucionales y estructurales que le han parecido al Presidente que son válidos, incluido el recorte presupuestal a Conafor, Conabio y los programas de empleo temporal para atajar y terminar con incendios. De eso y de otras desafortunadas decisiones de las que ya dio cuenta Quadri la semana pasada que tienen al país quemándose. Pero el sello fue la consulta, escuchar y dejarse guiar por el pueblo.
Por su parte, el Legislativo se echó a andar y pronto hizo las modificaciones constitucionales más o menos en tiempo, aunque de prisa. Muy de prisa y sin oir al pueblo: así la reforma educativa, y así otras más.
Esta semana, en periodo extraordinario convocado sin tener dictámenes, se discute la legislación secundaria en materia de Guardia Nacional: el marco legal que cambia de manera muy significativa y trata de ir a un modelo mezclado, con autoridad civil disfrazada de militar o viceversa, pero muy incierta, sin claridad de tal modelo. Pues, con prisas hay que modificar, ¡ah¡, y sin consultar ni escuchar ni mucho menos trabajar en un parlamento abierto, figura que toma mucho más en cuenta al ciudadano y casi hace vinculante su opinión, o por lo menos obliga a tomarla en cuenta y a explicar por qué sí, o porqué no se aceptan sus observaciones y propuestas.
No señor, aquí no se escucha a la población. El presidente del Senado, Martí Batres, expresó su prisa: Tal vez, pero los grupos de trabajo van a su ritmo, de hecho ya está convocada la sesión.
Aquí en el espacio justo para que se escuche a la población, el presidente del Senado apuesta más, y se allana a las prisas de comisiones, que van a su ritmo, que no dan tiempo para escuchar.
El tema es el de mayor envergadura por el entramado estructural, de mandos, de tareas, de definiciones de lo que es la Guardia, de qué va a salvaguardar, bajo qué principios va a andar, con qué infraestructura va a sostener ese esquema de seguridad que deja de lado la historia y la formación de salvaguardar las instituciones.
En fin, para apoyar decisiones caprichosas, hay que diseñar una encuesta a modo, fuera de la ley. Pero, para decidir sobre el cambio estructural de instituciones que guarden la seguridad, hay prisa en comisiones.
Feliz semana.