Observador ciudadano/Enrique Bautista Villegas
Los retos de la 4T en materia de contaminación de aguas y suelos.
Cada día que pasa se difunden por todos los medios los estragos que la contaminación por el uso indiscriminado de materiales no reciclables y agroquímicos están causando a la naturaleza y a los seres vivos, incluidos los humanos. Las imágenes de toneladas de pedacería de envases de plástico, estireno y otros derivados del petróleo flotando en el mar, peces y mamíferos muertos con el estómago lleno de residuos empaques desechables. Especies en proceso de extinción en mares, lagos, ríos, y en zonas consideradas como santuarios, tanto acuáticos como terrestres por la contaminación de aguas y suelos derivados del uso excesivo e indiscriminado de agroquímicos en la agricultura y en actividades industriales. El surgimiento de afectaciones a la salud de trabajadores del campo, así como de personas que viven en zonas de alta contaminación agroquímica, ya sea por la falta de regulación sanitaria o por ignorancia de los propios agricultores y campesinos sobre su manejo.
Si bien este fenómeno no es privativo de México, ni de ciertas regiones dentro de nuestro país, en ese contexto debe ser atendido de manera global. Sin embargo, es una realidad insoslayable que en el ámbito local la contaminación derivada de tales fuentes es una de las graves herencias, vinculadas en buena medida a la corrupción, que gobiernos anteriores dejaron al país y en particular a la administración que hoy encabeza el Presidente López Obrador. La práctica de las autoridades responsables de reglamentar el uso de materiales contaminantes fue durante décadas la de dejar hacer y dejar pasar, algunas veces por falta de competencia e instrumentos para su reglamentación, otras por hacerse de la vista gorda por, incapacidad, desidia o por corrupción.
El tema no resultará sencillo al abordarse y enfrentarse por las nuevas autoridades responsables, ya que en buena medida tendrán que empezar por verificar si cuentan, por un lado con los instrumentos legales, y por el otro, con el equipo material y humano, necesarios para hacerlo. Pero además, el problema no se limita a intentar reducir el uso de los materiales contaminantes en empaques y otros usos, así como los agroquímicos, que tanto afectan a nuestro medio ambiente, a la naturaleza, a las especies animales, y a la salud de las personas expuesta a tales materiales.
Será necesario que el gobierno garantice la oferta y el uso de materiales alternativos, en la fabricación de empaques y artículos desechables y de insumos agrícolas, sustitutos a los que contaminan y envenenan el suelo, las aguas y afectan la salud de las especies animales, y del propio ser humano; es decir, habrá que promover el desarrollo de una oferta de materiales, fertilizantes y fumigantes, amigables con la naturaleza, el medio ambiente, y con la salud animal y de los seres humanos.
En este ámbito resulta fundamental la formulación de una política y acciones de estímulo y apoyo al desarrollo de esos materiales amigables por parte del gobierno de la Cuarta Transformación, 4T, que hasta ahora no ha sido delineada con claridad.
Por parte del gobierno de la República será necesario que las secretarías de Agricultura y Desarrollo Rural y la Secretaria de Económica establezcan políticas bien definidas para esos fines, y que dentro de sus programas de apoyo a las empresas y empresarios privados privilegien y premien a quienes puedan contribuir a tales fines. Será también indispensable que el Conacyt respalde y estimule a los centros de investigación, a los investigadores, y a los empresarios, que trabajan en el desarrollo de productos amigables con el medio ambiente.
En los hechos hay ya un pequeño número de pequeñas empresas que están fabricando empaques y desechables de materiales reciclables a partir de insumos orgánicos obtenidos de cereales, fibras naturales y desperdicios agrícolas, entre otros, tales como las hojas de maíz, el henequén, y el hueso del aguacate. También existe un esfuerzo importante de investigación y desarrollo tecnológico por parte de centros de investigación, investigadores y pequeños empresarios, para producir fertilizantes y fumigantes biológicos no contaminantes.
Si este tipo de acciones se toman como prioritarias y el gobierno de la 4T hace un esfuerzo dirigido y constante podríamos esperar que en algunos años, si no todos, una alta proporción de los materiales desechables usados en la agricultura, la industria, y el comercio, fueran de materiales reciclables, y que se generalizara un uso responsable de los agroquímicos en la agricultura y otros sectores productivos.
Estos son temas que, por considerarse como males necesarios o entenderse como hechos consumados, no se tocan normalmente por las autoridades en turno pero constituyen motivo de grave preocupación entre la población en general, y particularmente entre quienes tienen conciencia de la afectación que provocan a la sociedad en su conjunto; entre una franja cada vez mayor de la comunidad científica e intelectual, de consumidores y de productores y empresarios responsables.
Sería de esperar que la 4T aborde este reto con responsabilidad y asuma compromisos, políticas públicas y acciones integrales para atenderlo. Quienes así lo vemos, confiamos en que nos encontramos en el umbral de un cambio integral en todos los ámbitos, que saque al país de la crisis estructural en que lo dejaron sumido quienes lo gobernaron durante la pasadas seis administraciones federales.