Perfiles/Arnulfo Mora
*CHEQUE EN BLANCO Y SIN FONDOS
Arnulfo Mora/Quadratín
Políticamente, la alcaldesa Itzé Camacho se encuentra en su mejor momento de popularidad luego de librar dos huelgas en el mismo día. La mayoría de opiniones en las redes sociales así lo indican. Los ciudadanos le aplauden que haya logrado evitar la suspensión de los servicios públicos logrando acuerdos con el sindicato de los trabajadores que laboran para el municipio.
No es menor tampoco haber evitado se suspendiera el servicio de agua que nos hace llegar el Capalac. Con este sindicato también se concretó la revisión del contrato de trabajo.
Diría que es justo reconocerle a la presidenta municipal estos acuerdos con los dos gremios de trabajadores.
Si lo medimos en gráficas, diría que la imagen de Itzé Camacho se venía moviendo en altas y bajas con mayor tendencia a esto último por los desencuentros internos, sobre todo con el síndico, que dicho sea de paso, hechos que veces los exageran o los distorsionan, pero hasta ahora, sin despertar mayor atención del grueso de los ciudadanos salvo en una reducida “clase política”.
A los ciudadanos les preocupa lo que directamente les afecta. Los servicios públicos, el alumbrado de la calle y la dotación de agua en sus domicilios. A lo demás lo toman como “dimes y diretes” como causa de revanchas o ambiciones entre los que están en el poder.
Pero a la alcaldesa y a los suyos les debe interesar mantener un gobierno estable y con buena imagen y que sus acciones no las opaquen las rivalidades internas.
Para sacarle jugo a “su buen momento”, Camacho Zapiain debiera potenciar su administración estrechando lazos con los sectores organizados porque seguramente los va a ocupar más temprano que tarde.
En cuanto a resultados a los ciudadanos, diría que el gobierno local se mantiene en un rango de “más o menos”. Reparación de vialidades, limpieza de las calles y la recolección de basura.
Si evitar dos huelgas elevó la imagen de la presidenta, cumplir lo comprometido a los trabajadores será de titanes. De ahí el que extendió cheques abiertos pero sin fondos.
Para cumplir y no paralizar su administración va ocupar dolorosas cirugías. Itzé Camacho solo tiene dos opciones: Ahorrar y hacer crecer los ingresos propios.
Ambas se antojan demasiado complicadas y políticamente inconvenientes.
Para ahorrar solo tiene la opción de reducir la plantilla de trabajadores de base y eventuales y achicar su número de funcionarios desechando departamentos.
Para más ingresos solo está la vía de abatir rezagos en cobros del predial que tiene un atraso de entre 60 a los 80 millones de pesos. Tareas titánicas las dos.
Para mala coincidencia, las fianzas municipales, es decir, los impuestos de los ciudadanos, tienen que alcanzar para cumplir a los dos sindicatos.
Hacia afuera, o de parte de los ciudadanos, bien los aplausos porque Itzé Camacho evitó dos huelgas. Pero no se dice su costo y los absurdos cometidos por funcionarios en las negociaciones.
Diría que en el caso de los municipales el resultado estaba previsto para evitar el paro de labores. Lo que no estaba previsto es el disparo en los costos monetarios.
Pero lo absurdo de lo absurdo ocurrió en el arreglo en Capalac. Veamos.
El sindicato que lidera Humberto Soberano demandaba el diez por ciento de aumento, les concedieron el 5 mas otras prestaciones y en lo global habrá llegado al 7 o el 8 por ciento.
Mientras que el sindicato de Miguel Gutiérrez, de Capalac, demandaban también el diez por ciento, pero les dieron el 20 por ciento en promedio. Es decir, les doblaron su petición.
El disfraz está en que les aumentan 14 pesos diarios al sueldo pero los dadivosos funcionarios ofrecieron condonarles el pago del impuesto al producto del trabajo. Solo en esta prestación, ilegal por cierto, representa un incremento del 15 al 17 por ciento promedio, más algunas prestaciones renovadas en el nuevo contrato.
El peso de este arreglo en Capalac abre varias interrogantes que merecen aclarar con respuestas precisas. ¿Se tomó en cuenta a la Junta de Gobierno? ¿La presidenta municipal, a su vez presidenta honoraria de dicha junta aprobó a rajatabla este arreglo? ¿Habrán medido las consecuencias administrativas y los costos financieros?
Esta misma prestación la tiene la administración municipal y nada les costó a los negociadores trasladarla al otro sindicato.
Es público que la autoridad municipal enfrenta una deuda de 62 millones de pesos al SAT por rezago de otros gobiernos que no entregaron el impuesto del producto del trabajo. Ahora se suma el sistema de agua. La apuesta quizá sea que siendo afines, el gobierno federal les condone la deuda. Y sí, puede que se convierta en otro logro, aunque el costo se traslade a todos.
El sistema de agua-Capalac-, ha sido el talón de Aquiles de todos los gobiernos locales. Tiene un padrón de 26 mil usuarios con tarifas absurdamente diferenciadas. En una zona media la tarifa supera los 250 pesos al mes, mientras que en una zona baja, llamada popular, tiene una tarifa de 60 pesos mes. Peor aún, la mayor morosidad se registra en el segmento con menor tarifa.
En lo que sí está parejo es en el mal servicio para todos. El motivo no es otra cosa que el estado obsoleto del sistema tanto extractor, tratamiento y conductor del vital líquido.
¿Qué estrategia habrá diseñado la administración municipal y Capalac para fortalecer las finanzas de esta deteriorada empresa?
¿Les piensan cargar más la mano a los que sí pagan el pésimo servicio?
¿A caso van a convencer a los líderes que manipulan a cientos de usuarios en las llamadas colonias populares para que ahora sí paguen el servicio?
Las administraciones de Capalac no han sido capaces siquiera de tener un padrón real de usuarios y la dirección actual hasta reconoce que hay tomas clandestinas que seguramente no van a dar a casas habitación.
Catastro municipal tiene un padrón sobre los 60 mil predios. Debería haber algo cercano a esta cifra de tomas de agua en el municipio.
Hasta ahora, en lo que va de este gobierno, Capalac registra varios cambios de funcionarios y aunque no ha trascendido, no han salido por buenos y honestos. Algunos han tenido la suerte de solo cambiar de plaza, del sistema de agua al palacio.
Y por si algo faltara de las linduras que se ocultan, van dos extraños robos o asaltos que suman más de los 300 mil pesos desaparecidos y solo de febrero a marzo.
La denuncia dice que el primero fue un solitario maleante entró hasta la oficina donde una empleada terminaba de hacer cuentas, según la amagó con una arma de fuego, le entregó el dinero y así como entró salió el maleante de la planta sin prisas y desapareció.
El segundo un supuesto asalto a empleados cuando se dirigían a un banco a depositar pero en transitada avenida dos tipos los obligaron a entregar el paquete con el dinero. Así señalan las denuncias presentadas pero que a nadie le interesa resolver.
Cierro esta aportación con sentido de nota policiaca, pero es algo así como la cereza del pastel que ilustra el desaseo en que está sometida Capalac, y cuyos administradores, se dan el lujo de hundirla provocando que la presidenta salga y presuma que evitó una huelga, pero que no le dieron a entender los costos. Por lo pronto, que siga el festejo de que se evitaron dos huelgas. Por mucho que dure la parranda, tiene que llegar la cruda. HASTA LA VISTA.