El Evangelio Hoy/Mateo Calvillo Paz
Crimen, reconciliación y misericordia El Evangelio Hoy
Cuaresma, 4, ciclo C
CRIMEN, RECONCILIACIÓN Y MISERICORDIA
Mateo Calvillo Paz
El hombre pecó y empezó una larga tarea de reconciliación para Dios que muestra una misericordia superior, no conocida de los hombres.
En tu vida. Los vecinos de Juan andan en los vicios, agarran de todo. En su libertinaje y buena salud no piensan en nada.
Algunos han muerto en accidente o por sobredosis, sin reconciliación, expuestos a la ira de Dios, al castigo eterno.
Dios habla. La historia de la salvación inicia cuando Dios crea la hombre y éste se revela contra él por insidias de Satanás.
Dios empieza una larga búsqueda del hombre y una educación para reformarlo, recrearlo, enseñarlo a vivir como hijo de Dios.
Es una historia larga y rica en todos los pueblos de la tierra. después Dios prepara la salvación directamente en el pueblo de Israel.
Este pueblo experimenta la acción de Dios, un acontecimiento fundamental es la pascua, paso de Egipto a la tierra de la libertad. Es profecía en acto del acontecimiento central de la salvación, el Misterio Pascual de Cristo. Dios comentó a Josué: ”Hoy he quitado de encima de ustedes el oprobio de Egipto. Los israelitas acamparon en Guilgal donde celebraron la pascua”.
En el momento decisivo, Dios envía a su Hijo a realizar definitivamente la gran obra. ”Todo esto proviene de Dios que nos reconcilió consigo mismo por Cristo”.
La Iglesia continúa la obra inaugurada por Cristo. El confía a la comunidad la obra de reconciliación de manera especial a los sacerdotes. “Nos confirió –escribe Pablo- el ministerio de la reconciliación”.
Cristo, Mesías enviado por Dios lo da a conocer a los hombres y hace presente su misericordia infinita, Misericordia es abrir el corazón al miserable, comprensión, amor, sin límites, Meditamos una parábola de la misericordia.
El hijo pródigo encarna al hombre que, llevado de su necedad y ceguera, se aleja de Dios y usa los dones recibidos de Dios para alejarse de él y llevar una vida de libertinaje, abuso, sexo seguro, vacaciones al estilo pagano, para dar la espalda al bien y hacer el mal.
El hombre se degrada física y espiritualmente. El mundo y la carne lo traicionan y abandonan. Lo condenan a trabajos inmundos para los judíos, cuidar puercos, al hambre, la vergüenza y la miseria.
El hijo pródigo de la parábola guarda un fondo de sabiduría, de conciencia moral, reacciona en la desgracia. Recapacita y concluye: “me levantaré y volveré a mi padre y le diré: padre, he pecado contra Dios y contra ti…”
El hijo es consciente del orden moral que ha quebrantado, del pecado, se reconoce culpable. En nuestro mundo los hombres viven sin Dios y sin ley, haciendo toda clase de pecados y se sienten orgullosos y satisfechos. Ante el orgullo cínico, no cabe la misericordia.
El humilde reconocimiento de las propias culpas dobla al papá que levanta al caído y lo trata con absoluta comprensión y misericordia.
El papá olvida el pecado del chico, su ingratitud, desprecio y alejamiento y todos los males, excesos y pecados, lo reivindica y le devuelve la dignidad plena de hijo.
Su perdón y su cariño no tienen límite, llevado por su alegría, le organiza una fiesta grandiosa, con toda su riqueza.
Es la del historia pecador, abusivo e ingrato que se aleja de Dios y se da a la pachanga, a los placeres brutales, inmorales, excesivos, en la misma semana Santa.
El creyente humilde, sabio reconoce sus pecados, se arrepiente y se convierte: se levanta para volver al padre Dios.
En su pena y su miedo, encuentra la misericordia infinita del papá del cielo y la fiesta del amor increíble, espléndido la única del cielo.
Vive plenamente. El pecador que vive sin la ley de Dios, siguiendo caprichos necesita recapacitar y convertirse.
Cristo está aquí, abre las cascadas de la misericordia de Dios, nos regala el banquete de su cuerpo y de su sangre.
Para reflexionar en familia. El hijo pródigo vive en cada familia que necesita llenarse de la misericordia de Dios.