"Fui privilegiado al ser parte de los Niños Cantores de Morelia"
MORELIA, Mich., 24 de febrero de 2019.- En la mesa de un café en los portales del Centro Histórico de Morelia, un hombre de rasgos muy marcados sorbe su café y platica a Quadratín sobre su experiencia como niño cantor, se encuentra preparado para festejar los 70 años del coro de los Niños Cantores de Morelia.
Con una voz fuerte, profunda y ronca, Guillermo Florián, quien tiene 70 años y un gusto enorme por el canto, entró al coro de los Niños Cantores a los nueve años, y ese recuerdo aún está fresco en su memoria. Sorbe otra vez su café y cuenta...
"Llegué en 1955 al Conservatorio de Las Rosas y al año siguiente muere el maestro Bernal Jiménez (Miguel) y Romano Picutti, en el 56. Yo me quedo en el coro Niños Cantores con el maestro Luis Berber hasta 1963", dice, y asegura que las de los niños fluctuaban entre los 6 y los 13 años que cambia la voz; "y en ese temporada pues yo hice mi primaria ahí mismo, dentro del Conservatorio de la escuela Mariano Elízaga", explica.
Prosigue: "resulta que mi hermano Mario, el mayor, en paz descanse, él ya pertenecía al coro de infantes de la Catedral, cuando por primera vez me escuchó gritar, me trajo de la mano aquí", dice como señalando la Catedral, "me probaron la voz y me quedé ya a partir de ese momento".
Pues creo que fuimos unos privilegiados en vivir esta experiencia con los Niños Cantores de Morelia, dice el cantante. "Una vez que se consolidó mi voz, el maestro Pepe Zavala y el maestro Luis Berber me integraron al primer coro de los Niños Cantores y empecé a viajar con ellos dentro y fuera de la República, fueron experiencias muy maravillosas, con las cuales mis papás estaban de acuerdo ¿no?, porque recuerdo que mi mamá me decía: 'aunque pierdas un año de primaria, porque esto nunca te lo voy a poder dar'".
Recuerda las primeras veces que viajó al extranjero con el profesor Luis Berber: "soy una presentación en Nueva York. La última gira con Berber fue en 1962, pero duramos tres meses de gira recorriendo toda la Unión Americana y Canadá... Tres meses sin pisar suelo mexicano... estuvo muy buena la gira, muy extensa, pero creo que le dimos mucho realce a Morelia, a México en el extranjero".
El coro de los Niños Cantores de Morelia siempre se dividió en cuatro voces: sopranos primeros, sopranos segundos, contraltos primeros y contraltos segundos, "que si lo trasladas a voces varoniles, ya de adultos, serían tenores, barítonos y bajos", explica, y dice que eran voces infantiles, las cuales se conocen como voces blancas, "que es lo que cantan actualmente las damas; son voces blancas: soprano, mezzo soprano y contralto".
Guillermo Florián tiene dos hijos, uno de ellos quien se llama igual que su padre, sí canta pero le falta vocalizar, reconoce. "Mi hija Adriana no, esa nomás aplaude", dice mientras ríe, y agrega que a ella le gusta mucho verlo cantar.
"Sigo cantando actualmente con el coro de la Posada de la Cruz que dirige el maestro José Netzahualcóyotl Pineda, y con la orquesta sinfónica hemos puesto el Gloria de Rutter (Jonh Rutter), el Réquiem de Rutter, y el año pasado cantamos el Réquiem de Mozart aquí en la Catedral, en la apertura del Festival Internacional de Órgano, con la sinfónica y el órgano de la Catedral", relata.
Expone que eso habla bien de la tradición coral de Morelia, la cual sigue en pie de lucha. "Si Dios me lo permite voy a seguir cantando", dice el hombre de voz profunda, que aunque fuma y toma café de vez en cuando, hace ejercicios de vocalización y de respiración para seguir teniendo la voz vigente.