Libros de ayer y hoy/ Teresa Gil
Libros de ayer y hoy
El concierto de los serviles; Trump canta con ellos
Teresa Gil
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Parte de la faramalla que agrega un punto a la invasión de Venezuela, planeada por Estados Unidos y cómplices que lo acompañan, es el concierto de cantantes -la gran mayoría de cancioncillas pegajosas, viejas baladas y alguna composición única en su repertorio- para los que el gobierno de Colombia, muy generoso, les prestó Cúcuta. Ninguno de esos cantantes, por lo general promovidos por empresas disqueras o por televisión comercial como Televisa, es ingenuo aunque digan que no los conduce ninguna causa política. Su cercanía con Estados Unidos los define. Todos ellos saben cual es el papel que juegan y deben de tener claro que si se produce una intervención sangrienta, ellos son parte del entorno. Azuzar una causa irresponsablemente se paga. Lo importante finalmente no son estos cantantes, pobres desdichados muchos de ellos, cantantes ya viejos, acabados, enfermos que se levantan demagógicamente de la cama para hacer antibolivarismo como el Puma José Luis Rodriguez después de gozar sus mieles en Miami durante 30 años o gente com Miguel Bosé o Alejandro Sánz, encauzados en la derecha que abruma a su país y que se van a otros países de redentores mientras el suyo propio, violador de derechos con los catalanes, azuzado por la pobreza con más de cinco millones de parados, está en el precipicio. Es la paradoja de esta situación en la que se aplica, con mucho orgullo no entendido, en otros países, el concepto falso de democracia.
CREI QUE IBAN A JUNTAR DÓLARES PARA HAITÍ. PERO LA CONCIENCIA LOS DESVIÓ
Muchos pueblos están en la miseria. Haití está en los extremos, pero decenas de cantantes a los que se sumaron más oportunistas que vieron publicidad en el asunto, se juntaron para reunir dólares para los pobres de Venezuela. El país más rico en petróleo ¿Que habrá detrás de ese empresario británico Richard Branson, que promovió el concierto y que dice que no tiene intenciones políticas; si no las tiene ¿por qué no se va a Haití ahorita mismo a organizar un concierto de ayuda? Mucho dinero -no el que se junte, sino el subterráneo-- se está moviendo para contratar a esta gente o hay buenas promesas venideras. Sus trayectorias demuestran que no dan paso sin huarache. Son estrellas de la repetición, de los que como me dijo la gran Amparo Montes en una entrevista que le hice, repiten tanto una insulsa canción, que al rato uno la anda tarareando en la cocina. Ese Ricardo Montaner elevado por Televisa, que se la da de impoluto en política – así me lo dijo en Panamá tres días antes de la invasión en 1989-, el airado y ya no tan musculoso José Luis Rodríguez el Puma que 30 años después sale de su marasmo para dar paso a la invasión, Juan Luis Guerra perdido en el rito cristiano, Paulina Rubio baladista cincuentona, Juanes el activista de derecha, Miguel Bosé, Alejandro Sanz, el grupo Maná que algunos mal pensados de ciertos medios relacionaron con Letizia, la comentarista ahora casada con Felipe de Borbón; todos del mismo corte, listos para servir a su patrón Trump.
LA CANCIÓN DEL VERDUGO, POEMA DE LA PEDRADA DEL CUBANO FAYAD JAMIS
Como la pedrada no era solo para Maduro y el proyecto bolivariano que se inició con Hugo Chávez, Trump y sus huestes han involucrado al gobierno cubano y a su ejército, sin tener pruebas. Cuba que apoya a Maduro, pero no está metido en el país sudamericamo, ha negado la aseveración gringa. Al respecto, vale traer algo del país caribeño. El poeta cubano-mexicano Fayad Jamis -nació en Zacatecas en 1930 y murió en la Habana en 1988- escribió La pedrada (Editorial Letras Cubanas 1981) y es uno de sus libros más conocidos. Poemario dividido en cinco partes que consta de más de 70 poemas, todos reflejan el compromiso del poeta -con el que conversé alguna vez cuando era agregado cultural de la Embajada Cubana-, en diferentes momentos, sobre Argelia, Francia donde vivió, en Playa Girón, etcétera. Pintor, poeta, periodista, traductor y diplomático, realizó parte de su trabajo en Francia, en donde estudió en La Sorbona y vivió largo tiempo. André Bretón le hizo reconocimientos. De su poema Canción del verdugo, unas cuantas líneas muy significativas para el momento:
CANCIÓN DEL VERDUGO
El verdugo acaricia una rosa
la rosa llena de frescura el rostro del verdugo
Hoy el cielo parecía de algodón, los pájaros
revoloteaban
sobre los sombreros indiferentes
A nadie le importa que un pájaro se pose en la estatua
de Balzac
a nadie le importa que Bertolt Brecht haya muerto
a nadie le importa que la tierra se llene de jueces,
músicos y criminales.