El evangelio de hoy/Mateo Calvillo Paz
El Evangelio Hoy
Bautismo del Señor Ciclo C
¿ESTÁ TU DIOS ORGULLOSO DE TI?
Mateo Calvillo Paz
El Padre unge a su Hijo por el Espíritu Santo para darnos la nueva vida. La recibimos en el bautismo y la hacemos dar fruto en la vida.
En tu vida. Juan conoce en su barrio muchas personas que están bautizadas pero no son criaturas nuevas que encontraron a Cristo.
En su comunidad se organizan teofanías, experiencias para encontrar a Cristo y renacer del agua, por el espíritu Santo.
Dios habla. Cristo es la imagen viva de Dios invisible, su presencia en forma humana entre nosotros. El Padre lo presenta ante el mundo en el bautismo en el Jordán.
Ahí se cumple el tiempo fijado de antemano y se realizan las profecías: el Hijo de Dios, el Mesías (ungido) vive en medio de los hombres y realiza la gran obra de la salvación.
Es la hora de la salvación que se inaugura solemnemente en las aguas del Jordán. El Padre consagra a su Hijo, lo unge con el Espíritu Santo que desciende sobre él en plenitud.
El rito va acompañado de la palabra venida del misterio, de la majestad del Padre: “tú eres mi Hijo, en ti me complazco”. Juan el Bautista estuvo presente y da testimonio de que Jesús es el hijo de Dios, el esperado de su pueblo.
El hijo de Dios se viene a vivir o un mundo de corrupción y miseria y viene a salvarlo.
Con el se va a acabar tanta maldad de los hombres: la obsesión del poder, el orgullo irracional, las pretensiones de un mesianismo político, la idolatría del dinero, la desigualdad social y el sufrimiento de los pobres.
El Mesías, entregando su vida y muriendo para acabar con el pecado de las autoridades corruptas de su pueblo va a crear hombres nuevos. Los llama la conversión y los regenera en el bautismo dándoles la vida nueva de la virtud y el bien.
De esta manera, realiza la verdadera transformación del país. Son los hombres nuevos los que pueden acabar con los huachicoleros, los hombres del poder que buscan aplausos y sus bienes egoístas y mezquinos, dejando en la postración y la existencia disminuida a millones hermanos.
La salvación es la creación del mundo nuevo, de lo alto. Dios será todo en todos los hombres. Se cumplirán las profecías que enuncian tiempos mejores de Isaías: “aquí está su Dios, aquí llega el señor lleno de poder… El premio de su victoria lo acompaña”.
Se anuncia la buena noticia: “consuelen, consuelen a mi pueblo… Terminó el tiempo de su servidumbre, y ha satisfecho por sus iniquidades”.
Le dará la sociedad una solidez inconmovible, tomará cuidado a los pobres y a los débiles y les hará justicia contra sus opresores. Los millones de pobres levantarán la frente con seguridad, tendrán lo necesario para vivir, vivirán sin la angustia de la comida, de la atención médica, de la seguridad.
Los hombres serán puros y vencerán la corrupción, la sed de sangre y de dinero, humillación, la angustia y la inseguridad, la escasez de bienes elementales.
Construirán el reino de Dios en la fraternidad, la armonía la caridad que comparte todos los bienes y busca el bien del otro. Avanzará el Reino de Dios en todos los pueblos y países.
Cristo viene a transformarnos para ser como él, hombres nuevos, santos, de manera que el Padre esté orgulloso de ti, que puedo decir de ti: “tú eres mi hijo el predilecto, en ti me complazco”.
Dios es grande y hace maravillas por nosotros. “Bendice, al Señor, alma mía… Inmensa es tu grandeza, te vistes de belleza y majestad…”.
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Vive intensamente. Entra en la maravillosa, celeste aventura de Cristo, en la santidad, que el Padre esté orgulloso de ti.
Cristo está con nosotros. Cristo aparece en medio de nosotros, nos da la vida nueva y la alimenta con su cuerpo y su sangre.
En familia. En la familia, Cristo se manifiesta y hace una vida santa, armoniosa. Que Dios esté orgulloso de tu familia.