Libre expresión/Carlos Monge
¡Peligro!
“No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes”. Benito Juárez (1806 – 1872) Abogado, político y ex Presidente de México.
La decisión que tomó y justificó el Presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, con una presunta consulta ciudadana, para elegir edificar un nuevo aeropuerto en Santa Lucía y echar abajo el de Texcoco, es lo de menos. El enorme problema, es lo que pueda venir.
El tabasqueño explotó una vez más el ciego apoyo que le brindan sus seguidores, quienes no tienen empacho en defender lo indefendible y justificar todo en la FE, así como usted lo lee; en la FE que le profesan a su líder.
Seguramente el proyecto del nuevo aeropuerto que se construye en Texcoco involucra actos de corrupción y abusos de algunos de los participantes, la duda surge simplemente porque los gobiernos que han transitado por este país, están llenos de sospechas de corrupción e impunidad y el sexenio de Enrique Peña Nieto podría ser justamente el más sospechoso de todos.
Pero, la forma es fondo y nadie que se precie de demócrata puede convocar a una consulta patrocinada, organizada y calificada por él mismo y con el apoyo de sus feligreses, eso resulta simplemente inexplicable, y lo digo así, para no usar algún adjetivo soez.
No entiendo como entre todos los personajes que rodean a Andrés Manuel y que se presumen pensantes y demócratas pueden avalar y escupir argumentos para defender una encuesta literalmente “patito”.
El Presidente electo dejó pasar una oportunidad para incluso montar un teatro y hacernos creer que es demócrata. Pudo tomar la decisión de ir contra el Aeropuerto de Texcoco con elegancia y legalidad; esperar a rendir protesta e inmediatamente convocar una consulta fundamentada en los marcos legales, organizada, ejecutada y calificada por las instituciones, las mismas que por cierto, acaban de realizar justo esas tareas, de donde él salió vencedor. Y claro, auditar y sancionar los actos de corrupción que encontrara en el avance que lleva la obra en Texcoco.
En un escenario así, incluso la participación ciudadana pudo ser efectivamente ejemplar y sólo entonces podría presumir de que tomaría decisiones de la mano del pueblo; pero ahora, sólo ha dejado ver su peligroso discurso mesiánico que convence a unos feligreses extrañamente cegados, tal vez por el hartazgo que heredaron gobiernos panistas y priistas, pero que ponen al país en una circunstancia no solo incierta, sino preocupante.
¿Quién en su sano juicio puede concluir que la corrupción y la impunidad se acabarán por decreto? ¿Cómo es que se atreven a defender una consulta sin vínculo legal e institucional?
Insisto, lo peor está por venir. López Obrador sabe que tiene a millones de seguidores que le creen a ciegas, pese a las contradicciones fundamentales que ha manifestado.
Es peligroso porque a partir de diciembre y como ya lo anticipó, podrá realizar y manipular cuanta consulta le venga en gana, para acabar con todo aquello que no le guste y hacer de nuestro México, lo que le plazca. Al fin, siempre estarán las redes sociales para justificarse y decir como ahora, que no dio línea para que se votara de una u otra forma. Que ganas de pecar de inocente.
En fin, está claro que lo peor está por venir y cualquier especulación resulta válida. Veremos si los mexicanos, por ahora cegados, despiertan a tiempo para exigir decisiones efectivamente democráticas, donde realmente los tomen en cuenta, o pagan los platos rotos al paso de unos años.
Y es que además, el nivel de hartazgo que puede provocar el próximo gabinete federal podría degenerar ante la ausencia de una válvula de escape, que por el momento no existe, porque la que había, asumirá la Presidencia de México el próximo primero de diciembre.
Duda.
¿Quién podría utilizar las siguientes frases: “Me canso ganso”. “Les guste o no les guste”. “Váyanse acostumbrando”?
- Un demócrata.
- Un dictador.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.