Noche de Muertos o Halloween/Gerardo A. Herrera Pérez
Noche de muertos, o Halloween
La diversidad cultural refleja la multiplicidad e interacción de las culturas que coexisten en el mundo y que, por ende, forman parte del patrimonio común de la humanidad. Implica, la preservación y promoción de culturas existentes y, la apertura a otras culturas. México está sustentado en una diversidad cultural, de expresiones ricas en diversidad.
Hay que recordar que la diversidad en México comenzó con la conquista entre 1519 y 1521; el encuentro de dos mundos. México es un país de diferentes etnias y religiones que construye para la convivencia entre las diferencias, la tolerancia y la inclusión social. Es un país de tradición y de historia donde el mestizaje es una de sus características principales, pero también donde las personas afrodescendientes permanecen aquí, como parte de esta diversidad étnica y cultural. Es de esta forma, y de la fusión de los indígenas mesoamericanos y de los españoles que nace México, un gran país.
La diversidad cultural, es un crisol de expresiones artísticas, musicales, culinarias que representan sin duda la diversidad social; pero también, nos debe hacer reflexionar esta diversidad sobre las festividades y las tradiciones populares, que se han venido repitiendo por siglos, en ella la relacionada en estas fechas de noviembre, y que tienen tanta tradición en el mundo como es la “Noche de Muertos” o “Día de Muertos” en la zona lacustre del Lago de Pátzcuaro y otras zonas indígenas en el país, como la Ciudad de México, el Estado de México, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, entre otros.
Nunca será lo mismo fomentar nuestras tradiciones, que fortalecen nuestra identidad y dan curso a la gloria de nuestros pueblos y comunidades originarias, que fomentar expresiones de otros países como el Halloween; no estoy en contra, pero si a favor de mis constumbres.
Existen diferencias profundas entre promover la Noche de Muertos y el Halloween; lo expreso por las siguientes razones; el Día de Muertos, es una celebración prehispánica, que con la conquista se movió a principios de noviembre para las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas.
En el día de muertos, se ofrenda, se rinde el tributo más sagrado a nuestros seres que no están ya con nosotros, pero no se pide calaverita. En los altares que se montan en cada hogar y en los campos santos, se colocan veladoras y flores para atraer y guiar a las almas en su regreso a nuestro plano terrenal; pero también para que estos puedan disfrutar de los gustos que en vida tenían, así se monta en la ofrenda agua, alcohol, cigarros, fruta, comida, pan, y otros manjares.
Nuestra ofrendas, cuando menos las que me toca montar cada año, o las que veo en los campos santos y en las casas en la zona de la rivera del Lago de Pátzcuaro, en Janitzio, y otros lugares, se montan las ofrendas con mucho color, con flores de cempasúchil, nube y, orquídeas, papel de china picado en diferentes colores, todos vivos, desde luego la comida y el arco finamente ataviado y las veladoras que dan rumbo y alegría a la llegada de las santas ánimas.
En nuestras festividades de día de muertos, nadie utiliza máscaras, trajes, disfraces para generar terror, o para dar miedo, tampoco nadie sale a pedir calaverita, ni dulces, ni nada que pueda poner en riesgo y comprometer una festividad tan importante como ésta. No obstante, y en algunos lugares de la misma región hemos visto como decenas de catrinas o catrines que representan a la muerte y que salen a disfrutar de las festividades en las plazas públicas debidamente ataviados. La catrina una expresión de José Guadalupe Posadas, un mexicano, para los mexicanos.
En los mercados, donde se venden las flores de cempasúchil, nube y otras flores, también se adquieren las famosas calaveras de azúcar, o bien de chocolate, y desde luego el pan de muerto, con sus huesitos terciados y azucarados, todo ello, acompañado de la venta de cera, veladoras y papel picado; el mercado y los espacios públicos también se llenan de vida festejando a la muerte y de color, también se sigue utilizando el color negro y el gris.
Muchas ocasiones, las personas se obsequian una calavera de azúcar, a las cuales les ponen el nombre de la persona a quien se le regala, o bien son puestas en los altares como parte de la ofrenda.
La reflexión es simple: “día de muertos” o “Halloween”; el diseño de la política pública debe generar acciones para la identidad nacional, para la identidad grupal, para la identidad de los valores, debe de posicionar la cohesión social; el compromiso de los recursos públicos es y debe ser para fortalecer nuestro diversidad cultural, debe ser para privilegiar nuestras costumbres, y darle viabilidad a quienes ofrecen bienes y servicios para estas festividades, incluidos los artistas visuales que en ocasiones son desplazados por eventos si bien relacionados con la muerte, no con nuestras festividades.
Las autoridades municipales y del Gobierno del Estado tienen una gran responsabilidad al momento del diseño de sus programas culturales, sobre todo en esta época del día de muertos; las actividades de éstas conmemoraciones deben orientar el trabajo de identidad, deben fortalecer el espíritu de nuestras celebraciones históricas y sus raíces culturales. Deben privilegiar lo nuestro y evitar dar financiamiento público a expresiones como el Halloween, que por otro lado ha invadido en nuestros mercados municipales infinidad de bienes y servicios para dicha conmemoración que se monta en nuestras costumbres y las desplaza con severidad.
Pero ante la diversidad cultural, y ante el libre desarrollo de la personalidad, y la libertad de pensamiento, y de laicidad, cada persona tiene la última palabra, cada familia debe de comprometerse a impulsar un proyecto de identidad.